Número 63 | Junio de 2023
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Miguel Calatayud. Espacios de imagen
Sala de Exposiciones Miguel Calatayud. Aspe (Alicante)
 
 

Miguel Calatayud (Aspe, Alicante, 1942) protagoniza la primera exposición de la recién estrenada Sala de Exposiciones Miguel Calatayud de Aspe, denominación con la que el ayuntamiento de su localidad natal quiere rendirle homenaje.

Con el título de Espacios de imagen, la muestra, comisariada por Pablo Mestre, ha estado abierta entre el 1 de abril y el 30 de junio, reuniendo 85 ilustraciones del artista correspondientes a distintas etapas de su actividad profesional, todas ellas recogidas en un atractivo catálogo editado por el Ayuntamiento de Aspe, con textos de Antonio Puerto, Román de la Calle y Carles Gámez.

El requisito seguido para la selección de las obras ha sido “que sean ilustraciones de libros que se han vuelto a reeditar” y “que estén de actualidad”, en palabras del propio artista, para que los interesados puedan acceder a ellos. Algunas de las ilustraciones tienen más de 50 años, lo que permite apreciar la evolución de las técnicas utilizadas y la consolidación de un estilo propio que le hace inconfundible.

Galardonado con los premios más prestigiosos del ámbito de la ilustración, como el Lazarillo de Ilustración (1974), dos veces el Premio Nacional de Ilustración (1989 y 1991) más una tercera por el conjunto de toda su obra (2009), el Mèrit Cultural de la Generalitat Valenciana y, recientemente, el Premio a la Cultura Alicantina ”Miguel Hernández” (2022), Calatayud es, por mérito propio, uno de los referentes del dibujo, el cómic y la ilustración de nuestro país.

Admirador de Heinz Edelmann, el creador de la animación de la película El submarino amarillo de Los Beatles, Calatayud se inicia en la ilustración bajo la influencia del pop y la psicodelia de los años 60 del pasado siglo. Su primer álbum, Peter Petrake (1970) es un homenaje explícito a este ilustrador checo. Una influencia que se extenderá a su segundo álbum, Los doce trabajos de Hércules (1972), una obra rabiosamente pop en la que Calatayud desplegó un riguroso trabajo previo de investigación histórica y gráfica, empapándose de la mitología clásica y de los registros disponibles de imágenes de aquel periodo, desde la épica de los relieves del friso del Partenón hasta las escenas de la vida cotidiana reflejados en la cerámica griega.

En esta y en obras posteriores, se va fraguando la personalidad del registro narrativo de Calatayud. La exigente documentación previa de cada tema, el protagonismo del color como parte del relato y no sólo como técnica para colorear el dibujo, la arquitectura de las páginas como elemento compositivo más allá del esquema clásico del storyboard o el tratamiento de la tipografía de los textos como un recurso estético más, trascienden el simple hecho de ilustrar un guion o poner texto a una secuencia de imágenes.

Calatayud forma parte de aquella pléyade de dibujantes e ilustradores que, en los años de la transición democrática, y al calor de la recién recuperada cultura del ocio nocturno, contribuyó a renovar la imagen gráfica de nuestro país. Bares, teatros, cines, pubs y salas de conciertos fueron a la vez punto de encuentro de estos creadores y soporte de sus trabajos, que se plasmaron en carteles, murales, comics, o portadas de discos, como la llamada Escuela Valenciana, con Sento, Daniel Torres, Micharmut y Miquel Beltrán o los madrileños Javier de Juan, Fernando Vicente, Jorge Arranz y Federico del Barrio.

Mientras que estos últimos se aglutinaban en torno a la revista Madriz, editada por la Concejalía de Juventud del ayuntamiento madrileño, sus homólogos valencianos lo hacían especialmente en la revista Cairo, de Norma Editorial, en Barcelona. Eran los efervescentes años 80 y ahí podemos decir que estas publicaciones cumplieron el impagable papel de conectarnos con la modernidad, con la joie de vivre, dejando atrás los oscuros años del franquismo. Historias delirantes cuidadosamente ambientadas en entornos cargados de diseño, en los que la arquitectura tiene un papel relevante, ya sea siguiendo los principios formalistas de la Bauhaus o la estética modernista del art-decó, pero también el diseño de moda en los atuendos de los personajes, el diseño industrial, los vehículos o las aeronaves.

Es el caso de Miguel Calatayud y uno de sus trabajos clave de los 80: El Proyecto Cíclope, publicado por capítulos en Cairo, con una fantástica portada correspondiente al especial Verano de 1986. Ilustradores, dibujantes… artistas, en definitiva, que nos hicieron soñar con otros mundos, otros personajes, otras historias, contribuyendo a superar aquella España en blanco y negro que impregnaba la vida pública, con una apuesta decidida por la modernidad, allanándonos el camino hacia el nuevo siglo desde sus postulados estéticos.

En este sentido, la contribución de Calatayud es inabarcable. Numerosos carteles para instituciones públicas y privadas, colaboraciones en diarios y revistas de ámbito nacional o regional,  portadas de revistas de ocio, como la popular Cartelera Turia, publicaciones infantiles y juveniles, innumerables exposiciones individuales y colectivas. Cada una de sus obras es un regalo para nuestros sentidos.

Todo ello siempre desde una actitud abierta a colaborar con quienes se lo piden, desde su vocación por lo púbico, por contribuir a mejorar nuestro entorno más próximo, dándolo todo desde su tablero de dibujo haciendo lo que más le apasiona: contar historias desde su particular registro narrativo invitándonos a que dejemos volar la imaginación o, como él mismo dice: “como un estímulo para tratar de manejar la fantasía, la creación”.

Diego ARRIBAS
Doctor en Bellas Artes. Miembro de AACA, AECA y AICA

Fecha de Entrega: 29/06/2023
Fecha de Admisión: 29/06/2023


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