Número 20 | Septiembre de 2012
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Expresión del estado puro
Un recorrido por la obra de Luis Feito
 
 

Resumen:

Este artículo analiza la obra de Luis Feito y presenta un estudio de su trayectoria pictórica y su fortuna crítica. Los objetivos del estudio son mostrar la coherencia de la evolución plástica de este artista, figura clave en la introducción de las vanguardias artísticas en nuestro país. Se presenta, así mismo, un análisis de sus constantes más destacadas, en las que se ofrece la visión y el impacto que su obra ha tenido en la crítica especializada desde mediados del siglo pasado, fecha de sus primeras exposiciones nacionales e internacionales. Se concluye con una mención a su última exposición en la Fundación Museo Salvador Victoria y la relación de ésta con la muestra permanente del museo, en concreto con el artista Salvador Victoria con el que compartió ideas e intereses sobre la pintura.


Abstract:

This paper analyzes Luis Feito's works and studies his painting and critical reception. The objective of this study is to show the consistency of evolution of this artist, a key figure in the introduction of avant-garde art in our country. It presents, also, an analysis of its most important constants, which provides the vision and the impact that his work has had in the critics from the middle of last century, when he had his first national and international exhibitions. It concludes with a mention of his latest exhibition at the Victoria Foundation Area Museum and its relationship with the museum's permanent collection, with the artist Salvador Victoria with whom he shared interests and ideas about painting.

Palabras clave castellano: Luis Feito, pintura, obra reciente, recepción crítica, abstracción.
Palabras clave inglés: Luis Feito, painting, recent work, critical reception, abstraction

Luis Feito nace en Madrid en 1929 y se forma en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Su trayectoria artística es inseparable de su relación con el grupo “El Paso”, que fundó junto con R. Canogar, J. Francés, M. Millares, M. Rivera, A. Saura, P. Serrano y A. Suárez en el año 1957. El Manifiesto original del grupo expresa que propugnan un arte recio y profundo, grave y significativo. Desde esta base, la obra de Feito ha ido evolucionando a partir de unas constantes que definen un lenguaje pictórico muy personal.

 

La obra de Feito nace para ser vivida, para ser sentida, para ser compartida, con unos códigos que avalan la primacía de lo pictórico frente a todo lo demás, que se torna anecdótico frente a la fuerza del gesto que estructura la obra y un cromatismo con fuertes contrastes que acentúan la tensión de la composición. Una pintura que, en ese conflicto, parece desbordar el marco para expandirse sin límite en la mente del espectador. Unas obras que hablan por sí mismas, sin necesidad de otro tipo de reflexiones. Feito, un Pintor con mayúsculas, siempre ha huido de la necesidad de evocar con palabras aquello que puede ser vivido a través de los sentidos, frente a la Pintura, también con mayúsculas. De este modo, las apreciaciones ajenas a sus cuadros y dibujos, son solamente un acercamiento tangencial a una experiencia que debe ser experimentada en primera persona, en un diálogo íntimo con las obras, en una relación que establece un vínculo que trasciende lo puramente racional para deambular por otros caminos abiertos a una mirada interior que se configura como retrato del mundo.

 

Luis Feito siempre ha sido reacio a hablar de su obra, a pesar de haber escrito algunos textos y haber concedido una serie de entrevistas a lo largo de su vida. El artista tiene el convencimiento de que la pintura tiene un lenguaje propio capaz de comunicar sus intereses mucho mejor que la palabra que termina obstaculizando la experiencia pictórica ante la obra. Precisamente, en uno de sus escritos más reveladores, titulado “Yo no quiero escribir” y publicado en la revista Papeles son Armadans en el año 1959, expresa: “Mi justificación, mi postura, mis ideas, posibilidades, etc, están en mi pintura, si existen en mi trabajo serán percibidas por quienes sepan verlo” (Feito, 1959:87).

 

La dilatada trayectoria artística de Luis Feito es una de las más prolíficas de nuestro entorno artístico. Luis Feito es un artista clave para entender la pintura española desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Su creatividad y procesos plásticos han dado como resultado obras que son testigos de nuestra última historia que, más allá de estar acotadas por una época concreta, han sabido mantenerse en continuo progreso.

 

 

1.     En los inicios. Influencias y contexto.

 

El sitio donde uno reside, el tipo de vida que lleva, acaba influyendo en su manera de ver el mundo, de sentir el mundo y, en consecuencia, de expresarlo pictóricamente. Feito es un pintor nómada y la influencia de esa movilidad geográfica en su obra es perceptible, a pesar de haber logrado crear un lenguaje muy personal ajeno a cualquier moda.

 

En 1954 consigue una beca del Ministerio de Educación español y viaja a París. París y su clima de efervescencia cultural y libertad se convertirán en su residencia a partir de entonces durante casi 30 años. Durante estos años no abandonó sus contactos con España, a donde acude con frecuencia y donde sigue mostrando su evolución pictórica a través de las exposiciones en distintos centros artísticos con una importante repercusión en la crítica especializada. “La primera parte de mi exilio, la más importante, discurrió en París durante casi treinta años. París acogía muchos exilios de orígenes y procedencias muy diversas (…). Por mi parte, estas culturas me enriquecieron, al mismo tiempo que me hicieron más consciente de mis raíces españolas (…) Creo que mi obra siempre estuvo enraizada en la tradición europea, tanto por su gusto por la pintura pintura, como por su lenguaje y búsqueda espiritual.” (Feito, 1998).

 

En 1981 se muda a Canadá, donde permanece durante dos años. Posteriormente se traslada a Nueva York, ciudad en la que reside y trabaja durante casi una década. El caos neoyorkino y la cultura americana no era algo que, en principio, le atrajera en exceso, pero sin duda la ebullición cultural de esta ciudad, que relevó a París como capital cultural mundial, era capaz de enriquecer un espíritu permeable como el suyo. A partir de 1991 fija su residencia en España, en Madrid, en donde vive y trabaja desde entonces.

 

En la trayectoria de Feito es fundamental su pertenencia a uno de los grupos artísticos que introdujo la vanguardia en nuestro país en la década de los 50. Él mismo va a describir en una entrevista con Stéphane Ciancio el comienzo del grupo “ya estaba en París, Saura también. Nos conocíamos de Madrid pero nos encontramos en París. Voy a decirle como sucedió todo. Un día, estábamos sentados en un café de Saint-Germain-des-Prés, la Rotonde si mi recuerdo es bueno, un café para los artistas más pobres, ya que los otros iban al café de Flore, y fue él quien comenzó a hablarme de la idea de hacer un grupo. Saura había establecido contactos con el grupo surrealista desde que estaba en París, esto le dio la idea de hacer un grupo en España.(…) Cuando volvimos a Madrid junto a nuestras familias, durante todo el verano, ya que en París no teníamos nada que hacer, nos pusimos en contacto con Millares y Canogar. Y del encuentro de estos cuatro pintores nació el grupo” (Ciancio, 2004:215).

 

Probablemente no se puedan entender muchas de las aportaciones pictóricas contemporáneas sin la voz común de este grupo de artistas capaces de destacar en el panorama artístico nacional e internacional con voz propia desde una óptica común. En 1960 se disolvería y cada uno de sus miembros seguiría su carrera artística de forma individual.

 

 

2.     El caminar del artista. Un viaje por la expresión interior a través de la pintura.

 

Feito siempre ha sostenido que a lo largo de una vida dedicada a la pintura no existen saltos bruscos o rupturas. Toda evolución se da como producto de un proceso creativo vivo, dinámico, que va encontrando un camino sobre el que lo andado supone una base unificadora que da coherencia al conjunto de unas obras producidas a lo largo de muchos años. Existe, por tanto, un hilo vertebrador que sustenta su lenguaje, la creación de “sus mundos”, su obra, que hace que su trabajo sea perfectamente reconocible.

 

Feito se formó en la tradición clásica y figurativa, aunque ya desde antes de terminar sus estudios va a intentar experimentar y romper las normas más academicistas. Desde sus inicios en la pintura postcubista, en la primera parte de la década de 1950, se adentra en el arte informalista y empieza a fraguar un lenguaje en el que la ausencia de referente se convierte en una constante.

 

Poco a poco su pintura se va cargando de materia, una materia en la que las texturas contrastan con zonas más fluidas dentro del cuadro. Los grandes empastes circulares que organizan las obras establecen también fuertes contrastes a nivel cromático. La estructura de varios niveles de luminosidad combinada con esas texturas casi tridimensionales que fijan los puntos clave, potencian una cierta tensión que se va convertir, así mismo, en otra de sus constantes plásticas. En 1954 tienen lugar las primeras exposiciones individuales de Feito en las galerías madrileñas Buchholz y Fernando Fe y al año siguiente en la Arnaud de París. “Sus cuadros no son ideogramas de carácter ornamental, sino estados plásticos no desenvueltos en sus probabilidades” (Sánchez Camargo: 1953).

 

Durante esa primera mitad de la década de los 60 veremos también cómo incorpora una serie de colores que crean un fuerte impacto en sus cuadros, el amarillo que dialoga a gritos, generando un fuerte contraste con las gamas de rojos, magentas, negros y blancos. Mantiene en algunas composiciones esos “tierras” castellanos y los violetas, “Los colores de Feito evocan irresistiblemente los paisajes de España” dirá de su obra Michel Ragon (Ragon: 1960).

 

Juega con la materia y el espíritu, como si los empastes que utiliza fueran el sinónimo de la corporalidad de la pintura, y la ausencia de la misma, la base espiritual que siempre reclama para sí. José Hierro observará cómo “lo escueto de las formas, lo limitado del color, hace que todo el interés lo asuma el signo plástico. Es pintura reducida a sus últimas consecuencias, pintura en esqueleto” (Hierro, 1963).

 

En la segunda mitad de la década de los 60, los trazos de línea organizadores tomarán una presencia física, dividiendo el cuadro en dos partes diferenciadas que actúan como una unidad compositiva. En ocasiones, es un plano monocromo el que convive con una parte que presenta más elementos pictóricos. Otras veces el lienzo se divide como en una meiosis, formando dípticos con dos soportes distintos, unidos no siempre desde la continuidad de la composición. Luis Feito, reconocía al crítico Fancois-Albert Villet que, en este momento, se podía definir su obra como una especie de monismo.

 

En la década de 1970 su paleta cromática se irá reduciendo para investigar gamas monocromáticas con las que construir espacios pictóricos más geométricos. “En la actualidad nos vemos confrontados, aparentemente, a las mismas estridencias de color y a los contrastes explosivos. Y, sin embargo, esa sensualidad plástica, llevada a la máxima intensidad desde el momento en que se analiza cuidadosamente, aparece totalmente diferente. Las formas y los colores dialogan sin disputarse el espacio” (Gauthier, 1970).

 

En la década siguiente despuntará con una serie de cuadros de pinceladas enérgicas, que revelan de nuevo, el juego de la materia sobre el lienzo. “Para mí, la forma, la geometría, siempre ha sido muy importante. Aunque no se vea, siempre hay un esqueleto, un dibujo, una intención de forma” (Ciancio, 2004: 213)

 

Durante la década de los 90, combinará lo experimentado en las dos décadas anteriores. La etapa que transcurre entre los años 1994 y 1998 será, quizá, la más geometrizante que se romperá en mil pedazos en los albores del nuevo siglo. Estamos hablando de unas obras que han sido testigos de unos cambios sociales, políticos y económicos de gran envergadura y que siguen, más allá de los acontecimientos, apareciendo vitales con gran fuerza empática ante la mirada del espectador, que siente cómo el conflicto que plantean se traslada al “otro”, a esas contradicciones y tensiones que habitan dentro de muchos de nosotros.  En las propias palabras del artista, “siempre hay una dualidad, una tensión, un combate, porque somos pura contradicción. El ser humano es un ser hecho de contradicciones. En mis cuadros, de una manera u otra, a veces hay una tendencia que gana. Siempre existe un conflicto y yo evoluciono con la revelación de este conflicto” (García, 2000).

 

 

3.     Constantes e influencia en la crítica especializada

 

Se ha podido observar cómo a lo largo de su trayectoria existen una serie de constantes que nos acercan a un lenguaje muy personal. Más allá de las épocas, de sus distintas variaciones, los modos de ver y los modos de hacer de este pintor-pintor tienen unos puntos en común capaces de identificar su lenguaje.

 

La obra de Feito se ha definido a menudo como mística. No en vano uno de sus autores más apreciados es Rothko con quien comparte esa visión espiritual del arte. Él mismo va a comentarlo en más de una ocasión “Hay en mis lienzos cierto misticismo, cierta contemplación. Intento dar a la gente materia de meditación” (Tousaint, 1983: 177). No es casual que dedicara una serie de grabados a la figura de San Juan de la Cruz, sobre el poema “Otras de él mismo a lo divino”.

 

Esta cuestión entronca con otra de sus constantes, un interés por la pintura oriental que se deja ver en su obra y cuyo máximo exponente puede observarse en los dibujos y obra sobre papel. Feito va a insistir en que no es la forma del arte chino o japonés lo que le interesa sino el pensamiento. En 1998, en su discurso de ingreso a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el pintor expone “mi descubrimiento del budismo zen en aquella época, debido a cierto accidente y determinadas circunstancias de mi vida, tuvo una gran influencia sobre mi trabajo. Era ahondar en lo más profundo de mi ser, para sacarlo y materializarlo en una tela de la manera más pura y directa posible, como lo hicieron durante siglos los pintores orientales. De ahí que durante años mis cuadros fueran ejecutados en una sola sesión, sin posibilidad ninguna de correcciones o enmiendas posteriores” (Feito, 1998: 13-14).

 

Mercedes Replinger expone con respecto a esta influencia que sus obras se acercan a la idea de la pincelada única de la pintura china tradicional, “que encarna lo único y lo múltiple” (Replinger, 2002: 13). Podrían entenderse estas pinturas sobre papel como unos recorridos de búsqueda, más intuitivos, quizá, que sus grandes formatos, en los que ese automatismo del gesto ensaya nuevos territorios grafíco-plásticos, más allá del aspecto caligráfico que pueden tener en una primera aproximación.

 

Este afán por proclamar lo espiritual, el mundo interior frente a lo objetivable del mundo exterior le ha llevado al abandono del referente naturalista desde los principios de su actividad artística. Según Feito, “en mi evolución llegué a la conclusión de que el sujeto concreto figurativo no me interesaba, me interesaba la creación con ese lenguaje de mis propios mundos. Creando mi propio código de expresión” (García García, 2000)

 

El artista ha insistido siempre en que el dominio del oficio de la pintura es fundamental para escuchar las demandas internas de ésta y saber traducirlas plásticamente sobre el lienzo. Tal y como expone Carmen Bernárdez “para Feito la pintura es un acto fundacional, un hacer presente, un proceso espiritual” (Bernárdez, 2002: 36).

 

Existen, así mismo, una serie de elementos recurrentes en su obra. Uno de ellos que ha definido su pintura durante mucho tiempo es el círculo y sigue siendo un signo identificador a pesar de llevar años sin utilizarlo como elemento principal en su obra.

Por otra parte, ha demostrado a lo largo de los años una capacidad extraordinaria para trabajar con la materia pictórica. Feito trabaja con el lienzo en horizontal, a veces sobre el suelo, otras veces sobre una gran mesa de trabajo, un dato sobre su proceso que es relevante, con la materia directa, sin usar paleta, la pintura cae directamente sobre el soporte y es extendida con espátula. “Cuando pinto- subraya Feito- ataco la tela de lleno, sin plan preconcebido. Echo los colores directamente sobre ella (…) el gesto va condicionando la organización del cuadro” (Bonet, 1991).

 

Otra de las cuestiones que ha sabido resolver siempre de forma muy interesante y que se ha convertido en otra de sus señas de identidad es, sin duda, la unión de contrarios, el juego de contrastes que desemboca en muchas ocasiones en el conocido dinamismo de sus obras. La presencia de una tensión base de la creación y del proceso artístico que hace dialogar el caos y el orden, la acción, el gesto y la reflexión, materia y espíritu. Jean Dominique Ray dirá: “hay en Feito una violencia contenida, una mezcla de sobriedad y de afirmación que es la que le presta a sus obras todo su peso” (Dominique Rey, 1965).

 

 

4.     Un diálogo con Salvador Victoria. Obra reciente y exposición “Luis Feito. El gesto en conflicto”.

 

Las obras que se exponen en el Museo Fundación Salvador Victoria, hasta el día 31 de octubre de 2012 y que presentan las últimas aportaciones del artista, deben entenderse como parte de ese todo que ha ido conformándose a lo largo de los años, un lenguaje plástico capaz de ofrecer nuevas perspectivas desde la esencia de lo pictórico, que se mantiene inalterable, esa conciencia férrea de que la pintura es el medio y es el fin. En ellas aparece, llevado a límites expresivos de gran interés plástico, el gesto, otra de las constantes del lenguaje de Feito que podría definirse como uno de los imperativos de su pintura. En estas obras, el gesto contiene un automatismo que estructura unas masas informes que se apoyan, en ocasiones, en líneas que fuerzan el dinamismo de las composiciones. Unos gestos que refuerzan la autonomía de la pintura como materia, que hacen explícito su carácter indomable, que “explosiona” en el lienzo mostrando todo su poder cromático, sus miles de matices, la calidad de sus texturas. La gama cromática está restringida al blanco, al negro, al rojo y a los púrpuras que son utilizados para generar unos contrastes que están en consonancia con el dinamismo y la tensión de las composiciones. Es interesante constatar cómo cuando Feito alude a su método de trabajo lo define como “irracional, aunque disciplinado. Pinto por necesidad existencial. Y me entrego sin condiciones” (Paredes, 1997). Hace explícito, por otra parte, cómo la técnica utilizada queda justificada por las nuevas exigencias que ha ido encontrando en el proceso. Todas las obras están realizadas con acrílico, aquellas cuyo soporte es el lienzo, hablan, además, a través de sus grandes formatos, capaces de incluir al espectador.

 

La posibilidad de ver la obra reciente de un artista que ya forma parte de la historia del arte de nuestro país es sin duda un evento imprescindible, pero aún lo es más si se le permite convivir con la obra de otros artistas con los que compartía una visión de la pintura y la búsqueda de distintas soluciones plásticas a planteamientos creativos que están en consonancia.

 

Sin duda el diálogo que se establece entre las obras de Luis Feito y la colección permanente del museo es altamente sugestivo. La identificación de la obra de Feito con esos círculos matéricos de sus obras de las décadas de 1950, 1960 y parte de 1970 son un elemento inequívoco de su pintura, de la misma forma que tienen un papel fundamental dentro de la obra de Salvador Victoria. La obra de Salvador Victoria y de sus coetáneos supone un vínculo no sólo temporal, no sólo formativo, no sólo geográfico, ya que vivieron en París por un periodo de tiempo importante,  sino sobre todo referencial, un interés, como diría Salvador Victoria, en “una actitud ante el arte que se manifestaba mediante la abstracción, abordada desde múltiples facetas. (…) Un afán común, el afán de enriquecer con formas y conjunciones estructurales la pintura espontánea predominante” (Victoria, 2012).

 

Queda disfrutar de sus obras, recorrer sus gestos, trascender lo escrito para acercarse a lo real. “Sólo puedo invitar a leer en mis cuadros aquello que queda dicho por la pintura: mis deseos, ideas y posibilidades, mi manera de sentir y pensar con el único lenguaje en que intento conseguir expresarme” (Feito, 1959).

 

 

 

 

(1)  Nota: Las imágenes de las obras de Luis Feito pueden consultarse en su página web oficial: www.luisfeito.com, donde se presentan en el apartado “Galería” cuadros correspondientes a toda la trayectoria del artista, desde el año 1952 hasta la actualidad.

 

 

BERNÁRDEZ SANCHIS, Carmen (2002). “El dibujo como un campo abonado: los dibujos de Luis Feito”. En: Feito. Obra 1952-2002. Madrid: Museo Nacional reina Sofía.

BONET, Juan Manuel (1991). Feito. Madrid: Casa del Monte, 1991.

CIANCIO, Stéphane (2004). “El cuerpo en la pintura: entrevista con Luis Feito”. Arte, Individuo y Sociedad. Madrid, vol.16.

DOMINIQUE REY, Jean (1965). Le Jardin des Arts. Paris.

FEITO, Luis (1959), “Yo no quiero escribir”, Papeles Son Armadans. Palma de Mallorca, nºXXXVII.

FEITO, Luis (1998), Notas sobre un Itinerario. Discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid: Real Academia de de Bellas Artes de San Fernando.

GARCÍA GARCÍA, Isabel (2000). Descubrir el arte. Madrid, nº19.

GAUTHIER, Paule (1970). “Luis Feito”. Les Lettres Françaises. Paris.

HIERRO, José (1963). “Feito, en la Galería René Metras”. El Alcazar. Madrid.

PAREDES, Tomás (1997). “Entrevista a Luis Feito”. En Feito. Zaragoza: Caja de Ahorros de la Inmaculada. Sala Luzán.

RAGÓN, Michel (1960). “Luis Feito por Michel Ragon. XX Siécle”. Cahiers d’Art. Paris, nº14.

REPLINGER, Mercedes (2002). “Creatividad y silencio”. En: Feito. Obra 1952-2002. Madrid: Museo Nacional reina Sofía.

SÁNCHEZ CAMARGO, Manuel (1953). Feito, en la sala buchholz. Hoja del lunes. Madrid.

TOUSSAINT, Laurence (1983). “Entrevista a Luis Feito”, En El Paso y el arte abstracto en España. Madrid: Cátedra.

VICTORIA, Salvador. Los orígenes del Grupo Tempo. Web oficial de Salvador Victoria. Disponible en: http://www.salvadorvictoria.com/textos_de.php (Acceso el 19 de septiembre de 2012)


 

Rut MARTÍN HERNÁNDEZ
Profesora Departamento de Pintura y Restauración. Facultad de Bellas Artes. Universidad Complutense de Madrid

Fecha de Entrega: 24/09/2012
Fecha de Admisión: 30/09/2012


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