Número 19 | Junio de 2012
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Textos críticos (y líricos) en torno a la obra de Salvador Victoria
Foto: Simón Marchán Fiz, Salvador Victoria, Loli Marchán, Antonio Bonet Correa, Marie Claire y Monique Bonet. Madrid 1993
 
 

Resumen:

La obra del pintor Salvador Victoria (Rubielos de Mora, 1928 – Alcalá de Henares, 1994) ha sido objeto de numerosas reseñas, estudios y análisis a cargo de profesionales de la crítica de arte, pero también ha sido fuente de inspiración para escritores y poetas que han encontrado en su pintura puntos de encuentro con la literatura y la poesía. Desde su fallecimiento en 1994, estos textos se han ido incrementando con el testimonio de quienes compartieron con él alguna de las etapas de su intensa carrera artística, así como de profesionales y especialistas del movimiento abstracto español.


Abstract:

The work of painter Salvador Victoria (Rubielos de Mora, 1928 – Alcalá de Henares, 1994) has been the subject of numerous reviews, studies and analysis by professional art critics, but has also been a source of inspiration for writers and poets who have found in their paint meeting points with literature and poetry. Since his death in 1994, these texts have been increased with the testimony of those who shared with him, some stage of his intense career, as well as professionals and specialists in the Spanish abstract movement.

Palabras clave castellano: Salvador Victoria, crítica de arte contemporáneo, pintura abstracta española.
Palabras clave inglés: Salvador Victoria, criticism of contemporary art, Spanish abstract painting.

Rastrear las reseñas de las críticas y escritos que se han hecho eco de la actividad artística de Salvador Victoria, constituye un atractivo y estimulante recorrido por la historia de la crítica de arte de nuestro país. Los nombres de los principales “espadas” del difícil arte de escribir sobre el arte y los artistas, figuran en la extensa nómina de firmas que han dedicado su atención a la obra del pintor turolense, tanto en reseñas de periódicos y revistas especializadas, como en textos más elaborados publicados en los catálogos de sus exposiciones. Su página web: www.salvadorvictoria.com recoge, hasta la fecha, una relación de 280 autores pertenecientes a distintos ámbitos de la cultura.

Junto a los críticos de arte y sus referencias a la obra del pintor, existe también un importante número de textos redactados por amigos, compañeros, artistas, docentes y alumnos, que han glosado también la figura de Salvador Victoria. Podríamos decir, leyendo a unos y a otros, que tanto en el arte como en la vida, Salvador cosechó una importante pléyade de seguidores cautivados por su personalidad. Generoso con sus amigos, cercano con sus alumnos, exigente con su obra y consigo mismo, nunca dejará de sorprendernos su capacidad de trabajo para compaginar con éxito su actividad profesional, su dedicación docente y su vida social, comprometido, como siempre lo estuvo, con los difíciles momentos que le tocó vivir.

“Salvador tenía la tenacidad de los pesimistas”, ha comentado su mujer, Marie Claire, en más de una ocasión, y creo que es precisamente esa propiedad, entendida desde la más estricta acepción metalúrgica como “la resistencia que opone un material a ser roto, molido, doblado, desgarrado o suprimido” (COCA y ROSIQUE, 2000), la que impulsaba el trabajo de Salvador. La necesaria cohesión de sus principios éticos, estéticos y políticos para conseguir semejante firmeza, contrastaba, no obstante, con la forma en que esa actitud vital se manifestaba en sus lienzos y que él mismo exponía de esta forma:

 Yo soy un pintor lírico que opera por adivinaciones, por intuiciones, por inspiración incluso. Cada vez más tiendo hacia la suavidad, la serenidad, el hechizo poético y una cierta idea de bondad del mundo.(CASTRO, 1990: 4)

 

Las primeras reseñas sobre la Obra de Salvador Victoria

Salvador Victoria fue muy pronto objeto de reseñas críticas. Una de las primeras, firmadas por Guillot Carratalá llevaba el premonitorio título de “Salvador Victoria, de Valencia, es una promesa”, y se publicaba en el Diario de Levante, en diciembre de 1950. En noviembre de 1951, aún sin terminar sus estudios, la primera exposición individual del artista, en el Círculo Artístico y Literario de Granada, concitó tres textos simultáneos en la prensa granadina: Marino Antequera publicaba en El ideal de Granada “Los mejores cuadros granadinos de Victoria, los más soleados”; Manuel Rivera lo hacía en el diario Patria “Exposición de Salvador Victoria en el Centro Artístico y Literario de Granada” y por otra parte, Ruiz del Castillo firmaba el texto del catálogo de la exposición, con el título “Tus paisajes”. Todos ellos hablaban ya de la fuerza de la pintura del artista valenciano y le auguraban un prometedor futuro.

 

La etapa parisina (1956 - 1964)

El salto a París, en 1956, con sus consiguientes incursiones en las galerías de arte de la ciudad de la luz, darían paso a las reseñas de algunos de los más importantes críticos de arte españoles del momento, que comenzaban a seguir con interés la carrera de Salvador en el país vecino. Uno de los primeros sería Aguilera Cerni, en 1957, con su texto “Carta desde París: tres pintores valencianos”, publicado en el Diario de Levante, en referencia a la exposición del trébede formado por Doro Balaguer, Joaquín Ramo y Salvador Victoria en la galería de Suzanne de Coninck, donde compartirían temporada expositiva con la obra de Constantin Brancusi, entre otros.

Doro Balaguer y Salvador Victoria. París, 1956.

Marie Claire Decay, Eusebio Sempere, Salvador Victoria y Cirilo Popovici en la XXX Bienal de Venecia. 1960

Aguilera Cerni volvería a hacerse eco en varias ocasiones más de la actividad artística de Victoria en el exterior, destacando la extensa entrevista que le dedicó en la revista madrileña de arte Tropos (AGUILERA CERNI, 1972) con motivo de su segunda selección para la Bienal de Venecia, en 1972.

La intensa actividad expositiva de Victoria en su etapa parisina (1956-1964), fue recogida en un buen número de reseñas, tanto en España como fuera de nuestro país. José María Doñate publicaba en 1961 en el Heraldo de Aragón “La actualidad pictórica de París tiene un marcado signo aragonés”, y Luis González Robles firmaba el Texto de presentación del catálogo de la XXX Bienal de Venecia, de la que fue comisario, y en la que participó Salvador junto a otros artistas como Lucio Muñoz, José Vento, Tharrats, César Manrique, Luis Feito o Ángel Ferrant entre otros.

Cirilo Popovici, que conoció a Salvador Victoria en el Colegio de España en París, se convirtió en uno de los principales altavoces de sus inquietudes expositivas en este periodo, redactando algunos de los textos que más agradaron a Salvador, como el dedicado a la exposición realizada en la Galerie de Beaune de París, en 1958, o el que publicó posteriormente en Cuadernos de Arte, con motivo de la exposición individual de Salvador en el Ateneo de Madrid, en el que el crítico se refería a Victoria como “un pintor idéntico a sí mismo” (POPOVICI, 1965).

Pero las que más ilusión causaron al pintor de Rubielos, tal como recuerda Marie Claire, fueron las primeras críticas internacionales, muchas de ellas referidas a su actividad con el Grupo Tempo, la mayoría en alemán o danés, como las aparecidas en el Gelsenkirchener Blätter, el N.R.Z. de Munster, el Berlingske Tidende de Copenhague, Stadtanzeiger o Die Welt, todas ellas traducidas y citadas en su tesis doctoral (VICTORIA, 2001).

 

El regreso a España

En las décadas de los 70 y 80, ya instalado definitivamente en Madrid, se registra un considerable incremento de la fortuna crítica de Salvador, con una extensa nómina de prestigiosas plumas como las de José Ramón Alfaro, Santiago Amón, Carlos Areán, Ángel Azpeitia, José María Ballester, Antonio Bonet Correa, Gonzalo Borrás, Francisco Calvo Serraller, Jesús Cámara, Antón Castro, José de Castro Arines, José Corredor Matheos, Consuelo de la Gándara, Juan Domínguez Lasierra, Elena Flórez, Julián Gállego, Manuel García Guatas, Ana María Guasch, Fernando Huici, José Luis López Aranguren, Tomás LLorens, Simón Marchán Fiz, Lorenzo Martín-Retortillo, Rosa Mª de la Hidalga, José Mª Moreno Galván, Alicia Murría, Víctor Nieto Alcaide, José Pérez Guerra, Fernando Sierra o el recientemente fallecido Federico Torralba, uno de los críticos más admirado por Victoria y con el que mantuvo una estrecha amistad.

Simón Marchán Fiz escribiría uno de los textos más apreciados por Salvador Victoria, en concreto el que redactó para la presentación de la primera antológica del pintor en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, durante los meses de abril-mayo de 1984, con el título: “Salvador Victoria: abstracción y lirismo”, en el catálogo Salvador Victoria 1959-1984, 25 años de abstracción, editado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, en 1984. La exposición viajaría al año siguiente a la sala de exposiciones de La lonja en Zaragoza, durante los meses de mayo y junio.

A partir de la década de los 90, se incorporan a esta relación críticos como Marcos Ricardo Barnatán, Valeriano Bozal, José Manuel Caballero Bonald, Román de la Calle, Adolfo Castaño, Miguel Ángel Catalá, Alfonso de la Torre, José Garnería, Javier Maderuelo, Tomás Paredes, Pascual Patuel, Manuel Pérez-Lizano, Rafael Prats Rivelles, Wifredo Rincón o Javier Rubio Nomblot, entre otros muchos.

Tomás Paredes firma un soberbio análisis de la última etapa de Salvador en su texto “En su blanco principio”, en el catálogo de la exposición Salvador Victoria 1984-1994, en la sala de exposiciones de la Junta Municipal de Retiro del Ayuntamiento de Madrid, celebrada entre junio y julio de 2004.

Salvador con Pepe Caballero y Jose Manuel Caballero Bonald. 1988

Con el poeta José Hierro. 1989

Después de su fallecimiento

Su repentino fallecimiento, en 1994, provocó, tras la conmoción que nos sacudió a todos, un rico caudal de textos y glosas sobre el artista, procedentes, sobre todo, de sus más allegados: amigos, artistas, profesores y alumnos. Textos que ponen de manifiesto la dimensión humana del pintor, añadiendo una nueva perspectiva para entender mejor la magnitud de su personalidad y de su obra.

Este nuevo capítulo de los escritos sobre Salvador Victoria, aportan interesantes datos biográficos sobre el artista, gracias sobre todo a quienes compartieron con él la primera línea de fuego de los primeros años de su carrera. Pero también nos desvelan la humildad, la humanidad y la generosidad de Salvador con su entorno más cercano, una vez conseguido su reconocimiento como artista. Una primera andanada de estos textos se recogió en el catálogo de la primera exposición homenaje que se realizó después de su fallecimiento, en el Centro Cultural del Conde Duque de Madrid en 1995, en el que destaca un sentido y sincero texto de Lucio Muñoz, así como los firmados por Jesús Cámara, comisario de la exposición, Diego Arribas, Antonio Bonet Correa, Luis Caruncho, Juan Antonio Gómez-Angulo y Cirilo Popovici.

El catálogo de la exposición de la Colección Fundacional del futuro Museo Salvador Victoria de Rubielos de Mora, desarrollada en el Museo de Teruel en el año 2000, incorporará nuevos textos y testimonios de sus más allegados. Comisariada, como la anterior, por Jesús Cámara, el catálogo reunía textos de Doro Balaguer, Álvaro Espina, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Ángel Gracia, Diego Arribas, Antonio Lorenzo, Lucio Muñoz, Alberto Portera, Natacha Seseña y Fernando Soria, entre otros.

Con la inauguración del Museo Salvador Victoria en su localidad natal, en 2003, se editó un magnífico catálogo que, con el tiempo, se ha convertido en un instrumento imprescindible para entender no sólo la obra de Victoria, sino la de aquella mítica generación de artistas de la corriente abstracta que protagonizaron una de las transformaciones más importantes en la historia del arte contemporáneo de nuestro país. Junto a las obras de la colección permanente del museo, el catálogo recoge una selección de los principales textos dedicados al artista, con una emotiva nota introductoria de su mujer, Marie Claire Decay, por la materialización del anhelado proyecto museístico. Los textos propios del catálogo están firmados por Ángel Gracia, Wifredo Rincón, Antonio Pérez, Jesús Cámara, Óscar Alonso y Víctor Nieto Alcaide.

La recopilación de los escritos sobre Salvador y su obra, en este catálogo, se agrupa en tres bloques: “Fortuna crítica”, “Semblanza humana” y “Literatura y poesía en torno a la obra de Salvador Victoria”. Contiene, además, un apartado específico para los textos sobre la obra gráfica de Salvador. En la semblanza humana se incluyen los testimonios de artistas como Juan Genovés, Rafael Canogar y Lucio Muñoz, así como la de sus amigos Miguel Aguiló, Miguel Ángel Fernández Ordóñez o Álvaro Espina. La fortuna crítica recoge las reseñas de muchos de los autores señalados ya en este escrito, y se abre con un excelente texto: “Los comienzos”, de Doro Balaguer, pintor que compartió con Salvador Victoria los inicios de su formación como artistas, tanto en Valencia como en la vibrante etapa parisina, unidos siempre por una gran complicidad. Un texto fundamental para entender la obstinada vocación de Victoria y la orientación que tomó su pintura, y que Marie Claire Decay señala como el más veraz de cuantos se han escrito sobre aquel capítulo decisivo en la trayectoria de su marido.

Otros especialistas siguen mostrando su admiración e interés por la obra de Victoria y, lejos de dar por finalizada la fortuna crítica del artista, siguen alimentando su extensa bibliografía, ya sea en estudios monográficos, como el que escribió Jesús Cámara para la colección Cartillas turolenses, del Instituto de Estudios Turolenses de la Diputación Provincial de Teruel (CÁMARA, 2006), como en nuevos textos para los catálogos de nuevas exposiciones de Victoria, como el del profesor y crítico de arte Kosme de Barañano que, como director del IVAM, abría el catálogo de la exposición individual de Salvador Victoria (BARAÑANO, 2001: 7), con motivo de una importante donación de su mujer al museo valenciano en 2001. Más recientemente, se han publicado sendos artículos firmados por Alfonso de la Torre y el autor de estas líneas, incluidos en el catálogo de la exposición de una nueva donación que Marie Claire Decay hizo de una selección de obras de su marido, en 2011, en esta ocasión al Museo de Teruel (ARRIBAS y DE LA TORRE, 2011).

También su mujer, Marie Claire, le ha dedicado algunos textos, con el excepcional valor del testimonio directo de quien compartió con él los sacrificios y alegrías de su vibrante carrera profesional, y vivió en el ojo del huracán de una generación de artistas que cambió el rumbo de la plástica española. El universo de amistades que ambos tejieron y alimentaron con la cordialidad y generosidad que siempre les caracterizó, sigue creciendo con la intensa actividad que Marie Claire desarrolla para mantener vivas la obra y la personalidad del pintor. Sus escritos son siempre un sugestivo ejercicio de sinceridad, sencillez y rigor documental que se traduce, en cada uno de ellos, en una nueva tesela que nos ayuda a componer el mosaico de este fascinante capítulo del arte contemporáneo español.

Son numerosos los textos de Marie Claire Decay sobre la obra de su marido, que van desde la presentación en el díptico de la exposición Salvador Victoria: Gouaches, París 1960-1963, en la Sala Maruja Mallo del Centro Cultural de Las Rozas de Madrid, celebrada en 2000, hasta el texto de presentación de la publicación de la tesis doctoral de Salvador Victoria, que inauguró la colección de la Biblioteca Aragonesa de Cultura (DECAY, 2001).

Sin título, 1962 Teruel I, 1987

La pintura de Salvador Victoria, fuente de inspiración de poetas y escritores

Pero hay un capítulo de la bibliografía de Salvador Victoria que suscita un interés especial: el que protagonizaron otros artistas pertenecientes al ámbito de las Letras después de conocer su obra. Literatura y poesía de importantes creadores, algunos de ellos vinculados a la crítica de arte, otros no, que sucumbieron al poder de la pintura de Salvador, tomando sus imágenes como motivo impulsor de bellas e inspiradas composiciones.

José Hierro, José Manuel Caballero Bonald, José Luis López Aranguren, Carlos Edmundo de Ory, Alfonso López Gradolí, Juan Mollá, Emilio Gastón, Françoise de Peretti o Manuel Vicent, fueron algunos de los escritores o poetas que se acercaron a la obra de Victoria para trasladar el óleo de las telas del pintor al negro sobre blanco de sus cuartillas.

La amistad de José Hierro con Victoria y la admiración que se profesaban mutuamente llevó al poeta a reseñar en varias ocasiones las exposiciones de Salvador, especialmente las que presentó en la galería Juana Mordó en los años 70. En una de ellas, Hierro manifestaba:

En la pintura de Salvador Victoria me ha parecido ver, en alguna ocasión, no sé qué aroma de arte religioso. Entre los círculos que constituyen su célula constructiva, da la impresión de que van a producirse, en el momento menos pensado, irrupciones de ángeles, de símbolos místicos. Eso de la luz metafísica puede ser muchas veces un comodín camelístico. Pero puede ser aproximación a una definición que oriente al lector. La geometría se hace transparente en las obras que Victoria expone en la Galería Juana Mordó. Hay una tenue claridad que lo baña todo, lo desposee de esa fría rigidez que caracteriza a la geometría. Tal luminosidad no procede únicamente de los contrastes entre tonos intensos y tonos desvaídos, ni tampoco de ese tono ambiental que aproxima a los distintos colores, sino de la finura con que cada tono ha sido degradado, matizado, aproximado a su vecino hasta el punto de que nos da la impresión de que los círculos no poseen unos límites concretos, sino que son nubes que tienden a las formas geométricas. Se diría que el arte de Salvador Victoria señala el punto en que lo intelectual cede el campo a lo espiritual; en que lo lógico traspone la frontera que lo separa de lo mágico.

Un arte casi inmaterial –gracias al paciente trabajo sobre la materia- este que ha alcanzado el pintor en su plenitud creadora. (HIERRO, 1975)

 

Los límites difusos entre arte y literatura acercaron a muchos de estos escritores a ese territorio sin fronteras, dominado en exclusiva por la estética. Caballero Bonald se refería así a esos espacios de confluencia que la pintura de Victoria propiciaba:

…No hay nada que sobre en ese conjunto armónico de ideas y equivalencias plásticas de ideas. Todo está conjugándose en un intercambio de registros expresivos cuya más notable virtud tal vez sea la de su delicadísima identidad estética.(CABALLERO BONALD, 1991)

José Luis López Aranguren transformó en un texto cargado de bellas imágenes poéticas cargadas de evocaciones, un recorrido por las esferas de las telas de Victoria, en una de sus exposiciones de finales de los 80:

…El frío de arriba, la calidez de abajo cifran su mensaje, el del pintor que nos sorprende, el de Salvador que, a través de la incertidumbre, nos conduce - fácil juego verbal, henchido, sin embargo, de sentido- A Victoria invertebrada, cartográfica y, sin embargo, real.

Muchas gracias, Salvador, ‘‘Victoria” de tus manos sobre el fin infigurado en su comienzo mismo, en su eterno, redondo retornar.(LÓPEZ ARANGUREN, 1987)

La inmersión de algunos poetas en las composiciones de Salvador Victoria, dieron fruto a atractivas composiciones, que se fundían con el lirismo de las veladuras y la construcción espacial de sus manchas y superposiciones. Carlos Edmundo de Ory, dedicó este poema a su pintura:

 

 

A Salvador Victoria

Contra la pared los castigados
Cuadros de miel de tinieblas
Cuadros prohibido mirar sangre
Y salta tensión de grandes fuegos
Con manos de erizo de dedos
Y tiesos cuernos de pinceles
Pincha en espacios catastróficos
Un vértigo de dramaturgia
Colores de la tierra antigua
Musicalidades de infierno
Era una aguja agresiva
Clavando en el tierno vacío
Incendios con rostro ofidio
Extrema pasión de oscuros saltos
Y claros mares de luna
Desde esas corrientes alternas
Vigía de largas manchas
Dejó la llave violenta
Por las ventanas de leche
Peligrosos equilibrios
Ponen compases a hervir
En dulces paisajes de cine

(ORY, 1965)

 

Hay que hacer mención también a un escritor enamorado de la pintura, como es Manuel Vicent. Una pasión que le convirtió en coleccionista y en asiduo a las inauguraciones  de exposiciones y conferencias en museos y galerías de arte. El escritor valenciano, instalado en Madrid, desde los años 60, colaboró en diversas publicaciones antes de fichar por su actual destino en El País, tales como las míticas Hermano Lobo yTriunfo o el Diario Madrid. Fue en éste último donde publicó una interesante reseña sobre la exposición que Victoria tenía en 1969 en la galería Da Vinci, con su habitual estilo cargado de reflexiones y confrontaciones entre lo cotidiano y lo trascendente:

 

 En las paredes de la galería Da Vinci expone Victoria unos colores sin argumento, o  mejor, con el único argumento de la imaginación. Son unos “collages” muy sedantes.  Simples papeles de color transparentes formando manchas ovaladas, sinuosidades y  contrastes. Se trata de un juego menor, como un ejercicio previo, un divertimento  donde el protagonista es el color. Un ejercicio constantemente repetido. Como si el  pintor tratara de sacarle todas las posibilidades a la veladura, a la superposición, a la  tonalidad y al matiz de la transición de la sombra a la luz. El servicio de la pintura.

Ahora se podría hacer una pregunta estúpida: sería esa de interrogarnos para qué sirve  un cuadro de Salvador Victoria. Y a esto se podría contestar con un tomo de filosofía del arte. Pero así, a la pata la llana, cabe decir que un cuadro de Victoria sirve para  calmar los nervios. Es como una protesta esteticista al alocamiento de fuera de la galería: como reducir todos los bruscos resquebrajamientos de la convivencia, los  choques y la hirsuta trepa del hombre en sociedad a una alma amorfa, suave,   somnolienta e intimista. Tal como se ha puesto esto de navegar por la vida, vendrá una  vez en que una línea curva, amable, colorista, será la revolución. La estética “hippie”, las flores y los excitantes arabescos de colores es una reacción química. La estética de Salvador Victoria es lo mismo, pero hecho y dicho a la manera de un arte trabajado y sutil, es decir, como una búsqueda. Yo no sé si esta suavidad de Salvador Victoria es o no una bofetada. (VICENT, 1969)

 

Pero si hay un poeta que ha sabido extraer el sutil componente lírico de los complejos efectos plásticos de la pintura de Victoria, hasta el punto de generar un lugar sin referencias en el que la luz y la textura, la palabra y el color se nos presentan imbricados y con sus límites desdibujados, es Juan Mollá. En su poema Elevación, Mollá se sumerge en la pintura de Salvador Victoria, dejándose llevar por su baile de círculos y esferas. Rueda con ellos, se deja envolver por sus suaves veladuras y sus tensas vibraciones para trasladar el juego de la luz y las formas a la paleta de la voz y la palabra.

Lo reproduzco íntegramente a continuación, a modo de cierre y despedida de este fugaz recorrido por la literatura crítica y lírica de la obra de Salvador Victoria, con el convencimiento de que la luz de sus círculos y esferas seguirá generando nuevos textos que ayudarán a mantener abierta la curva de su sueño.

               Elevación (A Salvador Victoria)

               Lunas doradas, soles
               tímidamente pálidos al alba,
               círculos
               que se van elevando y giran, flotan
               en los aires más claros,
               sobre patenas suspendidas,
               planetas que se eclipsan en el oro,
               anillos cenitales,
               discos lentos
               lanzados levemente hacia la altura,
               plenitudes redondas
               adivinadas en el cielo
               vacío
               órbitas recortadas en papeles
               amarillos y blanco,
               círculos apresados en compases y escuadras,
               círculos que se buscan,
               círculos que quieren ser el círculo
               conseguido por fin del universo.

 

               Vas tensando tus arcos
               levantando espirales,
               lanzando tus satélites de nácar,
               discóbolo sonámbulo,
               inventando la rueda
               con la que sueñas desde niño,
               la esfera, las esferas,
               las ánforas del día,
               la gran rueda sin límites
               en la que te adivinas elevándote
               sobre el perfil del mar,
               hasta alcanzar la plenitud que nunca
               -giras, giras, te elevas-
               podrá cerrar la curva de tu sueño.

 

               (MOLLÁ, 1983)

 

 

La exposición fue fruto del pensionado concedido por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, para una estancia en la Residencia Oficial de Pintores de Granada durante el curso 1951-52.

El Grupo Tempo lo integraban, además de Salvador Victoria, el alemán Egon Nicolaus (principal impulsor del grupo junto con Victoria), un italiano: Gino Scarpa; un sueco: Bertil Lunberg; tres daneses: Erick Ortvad, Borge Sornum y Erik Nyholm; dos estadounidenses: Herbert Gentry y Sam Kaner y un inglés: Gordon Fazakerlay. Diez componentes en total, la mayoría nacidos en la década de los veinte. El grupo, fundado en 1963, tuvo una intensa actividad expositiva, paseando sus obras por diversas salas de Alemania, Suecia, Finlandia y Dinamarca.

El texto puede consultarse en la web de Salvador Victoria: http://www.salvadorvictoria.com/textos.php?id=46

El texto puede consultarse en la web de Salvador Victoria: http://www.salvadorvictoria.com/textos.php?id=55

 

Catálogo de la exposición de Salvador Victoria en el Centro Cultural del Conde Duque(1995), Madrid: Ayuntamiento de Madrid, Concejalía de Cultura.

Fundación-Museo Salvador Victoria. Exposición y catálogo (2003), Teruel: Fundación Museo Salvador Victoria.

Incluido en la web de Salvador Victoria: http://www.salvadorvictoria.com/textos.php?id=12

En la tercera edición del curso “La actualidad de los museos”, celebrado en 2010 en Calatayud, en el marco de los Cursos de Verano de la Universidad de Zaragoza y dirigido por Marisa Cancela, directora del IAACC, Marie Claire presentó una brillante ponencia sobre la obra de Salvador Victoria, su generación y la gestación y materialización del museo que acoge su obra en Rubielos de Mora. El texto fue publicado por el Ayuntamiento de esta localidad, en el libro de las Fiestas Patronales de 2011.

AGUILERA CERNI, Vicente (1972) “Conversación con un representante español de la Bienal de Venecia”, Madrid, Tropos, nº 5, pp. 72-75.
ARRIBAS, Diego y DE LA TORRE, Alfonso (2011) “Luz, luz, luz y Claridad” y “Salvador Victoria: Teruel-París-Teruel”, respectivamente, en Donación Salvador Victoria, catálogo de la exposición con motivo de la donación de Marie Claire Decay al Museo de Teruel, Teruel, Diputación Provincial de Teruel. Puede consultarse en la web de Salvador Victoria: http://www.salvadorvictoria.com/textos.php?id=57
BALAGUER, Doro (2003) “Los Comienzos”, en Fundación-Museo Salvador Victoria. Exposición y catálogo. Teruel: Fundación Museo Salvador Victoria.
BARAÑANO, Kosme de (2001) Texto de presentación en el catálogo de la exposición individual Salvador Victoria, Valencia: Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).
CABALLERO BONALD, José Manuel (1991) “Ruedo Ibérico: la pintura española contemporánea en siete lecciones”, texto en el catálogo de la exposición Ruedo Ibérico, Madrid: Centro Cultural de la Villa.
CÁMARA, Jesús (2006) Salvador Victoria, pintor de universos, Cartillas turolenses, nº 26, Teruel: Instituto de Estudios Turolenses.
CASTRO, Antón (1990) “Entrevista a Salvador Victoria”, en “Imán”, suplemento de las artes de EL DÍA, Periódico Aragonés Independiente, 23 de febrero, pp. 4 y 5.
COCA REBOLLERO Pedro y ROSIQUE JIMÉNEZ, José (2000). Ciencia de Materiales Teoría- ensayos- tratamientos. Madrid: Ediciones Pirámide.
DECAY CARTIER, Marie Claire (2001) “Texto de presentación” en El informalismo español fuera de España: Visión y experiencia personal (1955-1965), tesis doctoral de Salvador Victoria, Zaragoza: Biblioteca Aragonesa de Cultura, nº 1, p. 9.
HIERRO, José (1975) “Salvador Victoria: arte inmaterial”, en Nuevo Diario, Madrid, 12 de octubre.
LÓPEZ ARANGUREN, José Luis (1987) Salvador Victoria, texto de presentación del catálogo de la exposición individual itinerante por Aragón, Zaragoza. El texto fue muy del agrado de Victoria, tal como manifiesta su mujer Marie Claire Decay, por su gran carga poética. Está incluido en la web del artista en:
http://www.salvadorvictoria.com/textos.php?id=33
MOLLÁ, Juan (1983) “Evolución, (a Salvador Victoria)”, en el catálogo de las exposiciones Salvador Victoria, Centro Cultural de la Villa de Madrid y La Lonja de Zaragoza; Ruedo Ibérico, Centro Cultural de la Villa de Madrid; Salvador Victoria, Centro Cultural Conde Duque de Madrid.
PAREDES, Tomás (2004) “En su blanco principio”, en el catálogo de la exposición Salvador Victoria 1984-1994, en la sala de exposiciones de la Junta Municipal de Retiro, Madrid: Ayuntamiento de Madrid.
ORY, Carlos Edmundo de (1965) “Poema dedicado a Salvador Victoria”, en el catálogo de la exposición Salvador Victoria, en la Sala del Prado del Ateneo de Madrid. Texto completo en la web de Salvador Victoria:
http://www.salvadorvictoria.com/textos.php?id=28
POPOVICI, Cirilo (1965) “Salvador Victoria”, Bilbao, Cuadernos de Arte, nº 33.
VICENT, Manuel (1969) “Un juego sedante de formas y color”, Madrid: Diario Madrid, 29 de noviembre de 1969. Texto completo en la web de Salvador Victoria: http://www.salvadorvictoria.com/textos.php?id=15
VICTORIA, Salvador (2001) El informalismo español fuera de España: visión y experiencia personal (1955-1965), tesis doctoral, Zaragoza: Biblioteca Aragonesa de Cultura, nº. 1.
VVAA (1995) Catálogo de la exposición de Salvador Victoria en el Centro Cultural del Conde Duque, Madrid: Ayuntamiento de Madrid, Concejalía de Cultura.

Diego ARRIBAS
Director del Museo Salvador Victoria, Profesor de Escultura en el Grado de Bellas Artes de la Universidad de Zaragoza, Miembro de AACA y AECA

Fecha de Entrega: 31/05/2012
Fecha de Admisión: 15/06/2012


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