Francisco Rallo Lahoz: escultor de emociones y sentimientos
Francisco Rallo Lahoz, infinita belleza. Museo Pablo Gargallo. Hasta el 5 de enero del 2025
Nacido en Alcañiz, capital del Bajo Aragón (16/10/1924), el primer año de su vida lo pasó junto a sus padres fuera de nuestro país, en la ciudad francesa de Clermont–Ferrand, después del cual se vinieron a residir a Zaragoza. Ya en la capital del Ebro, estudia enseñanza primaria en la sección de externos del colegio Escuelas Pías para pasar después a estudiar en el colegio Joaquín Costa, cuyo director era el pedagogo y escritor Pedro Arnal Cavero. Entre los años 1939 y 1944 ingresa como aprendiz, un doce de octubre, en el taller de mármoles Lorán y paralelamente, se matricula en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Zaragoza. En esa época, el futuro escultor, compagina los estudios con el trabajo en calidad de aprendiz en el taller del escultor zaragozano Félix Burriel Marín (1888-1976). Entre los años 1945 y 1947 Rallo cumple el servicio militar en las localidades oscenses de Barbastro y Graus, a la conclusión de la vida civil, regreso a Zaragoza. No es nuestra intención contar aquí la vida y obra del escultor turolense; sino poner en antecedentes la memoria viva de un escultor, cuya obra pública ha llegado a convertirse en la ciudad de Zaragoza en verdadero símbolo: Niños con carpas (1979), el Caballito en homenaje al fotógrafo Ángel Cordero (1991), ambos en la Plaza del Pilar o el León del puente de Piedra (1988/1990). Su recuerdo vuelve a nosotros en este año 2024 al cumplirse el centenario de su nacimiento. El Ayuntamiento de Zaragoza, en su Museo Pablo Gargallo, presenta en estos días una muestra retrospectiva titulada Francisco Rallo Lahoz, infinita belleza. La muestra, comisariada por Desiré Orús, recorre a través de 33 piezas procedentes en su mayoría de coleccionistas particulares, el legado familiar de Rallo Lahoz e instituciones como el propio Ayuntamiento de Zaragoza, la Diputación Provincial de Zaragoza, las Cortes de Aragón y el Museo de Teruel la obra más personal del artista. El desnudo del cuerpo humano Al contemplar en su conjunto las creaciones del artista que se exponen en la muestra retrospectiva, somos conscientes de que es aquí donde Rallo expresa sus sentimientos y emociones más íntimos, con una clara inquietud humanista. En estas obras el artista reflexiona sobre el desnudo del cuerpo humano. Por otro lado, encontramos también una suerte de homenaje al oficio de escultor a través de las referencias universales a la desnudez estatutaria. En el conjunto de la muestra prima la serenidad y el equilibrio en un variado abanico de técnicas, tamaños y materiales de lo más diversos: desde las maderas como las de cerezo, ciprés pino de Castilla, boj o el ébano, hasta piedras de diversa dureza como el alabastro, el mármol de Carrara (Italia), las piedras de Calatorao (Zaragoza) o de Fuendetodos. Los seis años que pasó con Félix Burriel representaron para Rallo una tradición que concebía a la escultura como un oficio. Lo que exigía a sus practicantes un lento, elaborado y reflexivo método que pretendía dejar huella en la perfección. En el caso de Rallo, a lo largo de su fecunda obra, supo abrir vías a la imaginación y con ello a la creatividad. Los primeros desnudos escultóricos de Rallo datan de 1942; en la primera sala encontramos una obra datada en 1944, titulada Esfuerzo (bronce a la cera perdida) que se expone por primera vez. Será a partir de los años sesenta, cuando el artista desde el clasicismo relacionado con su maestro Burriel, evolucione hacia nuevas líneas experimentales de trabajo. Esto se comprende en la obra titulada Hogar /Familia (1963, madera de pino de Castilla, colección particular). Preside la sala un Autorretrato del artista inédito hasta la fecha (1988, terracota, colección particular). Torsos En las siguientes dos salas encontramos, por un lado, obras que recrean una de las temáticas más queridas por el artista como es la mitología clásica, acompañadas de figuras femeninas alargadas que potencian su dinamismo monumental y de otras figuras, representadas en la cotidianidad del mundo femenino. A lo largo de la extensa trayectoria del artista fue realizando una serie de homenajes a grandes deportistas. En esta exposición destaca el torso dedicado a la gimnasta rumana Nadia Comaneci (1978, terracota con base de madera, colección particular). En esta figura, el artista capta el gesto y el movimiento de la joven en pleno dinamismo y rigor. El interés de Rallo por el movimiento del cuerpo humano lo encontramos en esta hermosa Gimnasta (1992, piedra de Zafra (Badajoz), patinada al óleo tono verde, colección particular). Aquí llama poderosamente la atención la falta de miembros, el gran dinamismo en su postura y la pátina verdosa. Dentro del conjunto de figuras estilizadas, destacamos Afrodita saliendo del agua (2004, madera de boj, colección particular). Se trata de una escultura inédita de gran verticalidad, elegancia y armonía rítmica. Las dos escenas que figuran en la exposición relacionadas con la cotidianeidad del mundo femenino: Aseo (1998, alabastro pulido blanco de Italia) y Despertar (1999), hacen referencia a la maestría con que Rallo trató un material como el alabastro, que plantea retos difíciles al escultor. Ambos trabajos representativos de la anatomía femenina, construidos a base de volúmenes puros y sintéticos, parecen enfocados a «invitar» al espectador a ser acariciadas. Los desnudos de pequeño tamaño, obras muy exquisitas que el escultor realizaba de vez en cuando por puro capricho, cuando familiares y amigos le traían de sus viajes fragmentos de algunos materiales «especiales», son las piezas más destacadas de toda la exposición: Torso renacentista (1976, alabastro aragonés); Panzuda (1976, bronce a la cera perdida, pátina al ácido tono cuero); la ya citada Gimnasta, Selene (2006, alabastro ámbar aragonés, pulido) o las dos esculturas inéditas tituladas Torsos para mis nietos (1992 y 1999, caliza de Calatorao (Zaragoza), y alabastro italiano blanco) La sugestiva personalidad y la importante trayectoria creativa de Francisco Rallo Lahoz bien merecían una cuidada exposición en el centenario de su nacimiento que muestre la pasión, el esfuerzo, la dedicación y el buen hacer que nutrieron siempre a la dilatada labor del escultor turolense.
José Antonio VAL LISA
Miembro de AACA, AECA y AICA Fecha de Entrega: 25/09/2024 Fecha de Admisión: 27/09/2024 << volver |
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