Número 27 | Junio de 2014
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La fotografía y el cinematógrafo en Huesca a finales del siglo XIX
Félix Preciado y otros pioneros
 
 

Resumen:

A través del presente artículo se pretende mostrar cuál es el estado de la cuestión sobre el origen y primer desarrollo de la fotografía en la ciudad Huesca durante el último tercio del siglo XIX. Se trata de un análisis que parte de los estudios ya realizados, que aporta nuevos datos sobre esta disciplina artística y sus protagonistas, especialmente sobre Félix Preciado -fotógrafo oscense y pionero del cinematógrafo-, extraídos esencialmente de las fuentes hemerográficas locales del periodo comprendido entre 1875 y los primeros años del siglo XX. Del mismo modo, se exponen cronológicamente los diversos aparatos pre-cinematográficos, para terminar describiendo el papel de Preciado en la primera exhibición de un cinematógrafo Lumière en 1897.


Abstract:

This article presents the current state of studies regarding the origin and first development of photography in the city of Huesca during the last third of the nineteenth century. It is an analysis which departs from studies already carried out, but contributing also new information about this artistic discipline and its key figures, specially Félix Preciado –a photographer from Huesca, pioneering the cinématographe- , which have been essentially extracted from local newspaper sources between 1875 and the first years of the twentieth century. In the same way, several proto-cinematographic devices are presented chronologically and, to conclude, it is given a description of the role which Preciado played in the first showing of a Lumière cinématographe in 1897.

Palabras clave castellano: Fotografía, cine, Huesca
Palabras clave inglés: Photography, cinema, Huesca

 

La Primera Restauración (1875 - ca.1902) constituyó para el caso oscense un periodo con personalidad propia en el ámbito socio-económico, político y cultural. Asistimos al afianzamiento del sistema turnista de la Restauración bajo el control progresivo de la figura política más influyente del momento: Manuel Camo Nogués. El momento álgido de su poder se reflejó en la magnífica sede de su sociedad de recreo inaugurada en 1904: el Círculo Oscense. Esta asociación se convertía a finales del periodo en la más importante y hegemónica organización sociopolítica de la ciudad.

La llegada del ferrocarril en 1864 y su posterior desarrollo constituiría otra seña identitaria del periodo, y traería consigo numerosos cambios al convertirse en un nuevo motor económico y en el principal medio de comunicación de la ciudad con otras localidades importantes como Zaragoza, Madrid o Barcelona. El ferrocarril modificó el trazado urbano con la creación de un nuevo eje de actividad que discurría perpendicular al tradicional formado por las calles del Coso Alto y Coso Bajo. Este nuevo eje arrancaba en la saneada plaza del Mercado -realizada por el arquitecto José Secall (1861-1864)- a través de los porches de Vega Armijo hasta la plaza de Zaragoza, nuevo epicentro de la capital oscense, y llegaba, por la calle de Zaragoza, hasta la estación de ferrocarril. Se creaba así uno de los itinerarios urbanos idóneos para la burguesa práctica del paseo. Fue precisamente en estas vías donde de forma esporádica se instalaron algunos de los espacios expositivos para las artes visuales. Nos referimos concretamente a los escaparates de algunos comercios, los estudios particulares de pintores y fotógrafos, los salones de las sociedades de ocio, y los cafés.

La diversificación ocupacional de la población oscense favoreció el desarrollo de los espacios de ocio y generó una demanda suficiente como para estimular la creación en el ámbito de las artes plásticas y decorativas, además de propiciar la instalación y asentamiento de los primeros estudios de fotografía. Por otra parte, la abundante “población flotante” que aparecía en momentos especiales del año (feria de ganado de San Andrés, fiestas patronales de San Lorenzo etc.) se unía a la afluencia de turistas que arribaban a la ciudad durante la temporada de baños hacia los principales balnearios cercanos a la capital oscense, especialmente al célebre y exclusivo Balneario de Panticosa). Estos factores ampliaron la creciente demanda de la fotografía en la ciudad y favorecieron en ferias y festividades la aparición de aparatos pre-cinematográficos, ingenios mecánicos diversos que producían variados efectos visuales usando imágenes en movimiento.

La conexión ferroviaria favoreció la circulación de revistas especializadas en las artes visuales, creando demanda e interés por las artes plásticas y decorativas, y la fotografía. Esta última disciplina y sus primeros profesionales estuvieron unidos con frecuencia a los primeros pasos del cinematógrafo y sus protagonistas. Así ocurrió en el caso oscense, tal y como comprobaremos al hablar del fotógrafo Félix Preciado.

Toda esta coyuntura permitió en Huesca durante el último cuarto del siglo XIX la difusión y el interés por las actividades artísticas, culturales y de ocio y, entre ellas -además de las artes plásticas y decorativas- el temprano desarrollo y difusión de la fotografía y el cinematógrafo. En el artículo que nos ocupa nos centraremos en la aparición y asentamiento local de una de estas nuevas artes visuales características de la edad contemporánea.

Por último, hay que señalar que la hemerografía se convierte en un elemento imprescindible para el conocimiento de las nuevas artes visuales. A través de su análisis -El Diario de Huesca(números conservados entre 1875 y 1902); diario La Crónica (ídem, 1885-1892 y 1892-1894); La Voz de la Provincia (ídem, 1897)-;ha sido posible la obtención de numerosos datos e informaciones que dan forma al presente artículo.

 

Antecedentes y estado de la cuestión. Los inicios de la fotografía en Aragón.

La fotografía llegaba en fechas tempranas a Zaragoza. Sus formas más primitivas similares al daguerrotipo aparecen citadas en la hemerografía ya en la primera mitad del siglo XIX. Tal y como apunta la historiadora del arte Pilar Irala:

(…) Antes de que Daguerre fuera conocido en medio mundo, José Ramos Zapetti, en 1837, en Zaragoza, logró fijar unas cuantas imágenes en una plancha de cobre con la ayuda de una cámara oscura. El procedimiento por el cual este pintor de profesión logró fijar las imágenes fue sorprendentemente similar al reconocido más tarde a Daguerre (Souguez: 2011, 199; apud Irala Hortal, 2002: 65-472).

Los primeros gabinetes estables de fotografía se instalaban en la ciudad a finales de la década de los cincuenta (1856). Desde entonces, empezaron a aparecer los estudios y surgía también la figura del profesional ambulante que llevaba una tienda de campaña, en cuyo interior improvisaba su laboratorio, y se ocupaba tanto de retratar paisajes y diversas vistas como de hacer lo propio con sus habitantes. Un ejemplo de este tipo sería el fotógrafo de Isabel II, Charles Clifford, que realizó hacia 1860 un importante conjunto de imágenes de Zaragoza que publicaría en “Voyages en Espagne” (Rodríguez Castro: 2013). Estos fotógrafos extranjeros itinerantes -como Jean Laurent y Minier, Hauser y Menet, o el propio Clifford entre otros- fueron los que familiarizaron a la población española, en una primera fase del desarrollo de la fotografía, con los primeros aparatos fotográficos que influirían en la posterior práctica y técnica del oficio (Sáez de Urabáin, 2010: 49).

A la vez que se producía un desarrollo técnico en esta  disciplina, registrado en la prensa y en los catálogos de las ferias y exposiciones –como la Exposición Artístico-Industrial de Zaragoza en 1858 o la Exposición Aragonesa de 1868 (Romero, 1999: 14)- comenzarían a asentarse los principales profesionales comerciales del sector en la capital aragonesa: Mariano Júdez Ortíz, Manuel Hortet y Molada, Santos Álvarez y Serra, entre otros, produciéndose -como en el caso oscense, y aproximadamente entre 1870 y 1885- la fase de desarrollo y consolidación de este arte visual. En esta fase serían esenciales las referencias y trabajos del citado Jean Laurent, Anselmo Coyne, Enrique Beltrán, Lucas Escolá, Bernardino Pardo o Mariano Pescador Saldaña (Hernández Latas, 2010)-.-hijo del pintor Mariano Pescador Escárate, que realizaba trabajos pictóricos para los teatros Principal de Huesca y Principal de Zaragoza (García Guatas, 1993: 463).

Los inicios de la fotografía en Zaragoza y en otras localidades aragonesas han sido estudiados por diversos historiadores como Alfredo Romero Santamaría, quien plantea un recorrido por las principales firmas del sector Zaragozano (Romero, 1999). También José Antonio Hernández Latas centra su trabajo en el caso de la capital aragonesa (Hernández Latas, 2010), localidad que ocupa la mayoría de las investigaciones realizadas hasta el momento.

Los inicios de la fotografía en la ciudad de Teruel han sido recientemente descritos a través del estudio y la puesta en valor de Jaime Fernández Fuertes (VV.AA, 2013), donde se recuerdan los trabajos en fotografía realizados por los primeros profesionales locales como Dámaso Fuertes y Vélez, Ricardo Morales, Frutos Moreno y Pérez, y otros. También son conocidos los trabajos realizados a final de siglo por Antonio Dosset y, posteriormente, Felipe Castañer sobre la localidad de Híjar -Teruel- (Irala Hortal, 2002: 465-472).

El caso de Huesca es menos conocido, por lo que estas líneas pretenden dar a conocer la actividad de los primeros profesionales estables del sector durante el último cuarto del siglo XIX, que dejaron su huella en las páginas de la prensa local. Diversas referencias hemerográficas, noticias y anuncios publicitarios, permiten realizar una reconstrucción aproximada de una actividad artística y profesional que, por desgracia y en la mayoría de los casos, no se conserva. Existen breves trabajos sobre los comienzos de la fotografía en localidades de la provincia como Barbastro (García Guatas, 1990: 155-170) o Jaca. La Fotototeca de la Diputación Provincial de Huesca alberga diversos fondos de fotógrafos, tanto aficionados como profesionales. Estos últimos son los más abundantes, la mayor parte ingresados en régimen de depósito. Destacan por su volumen e importancia los de Ricardo Compairé (1883-1965), José Oltra (1913-1981), Ildefonso San Agustín (1882-1946), Feliciano Llanas (1880-1936), Lorenzo Almarza (1887-1975) o la reciente colección de Nicolás Viñuales (1882-1927).La fotografía más antigua es una que muestra el Puente de Lascellas (Huesca) tomada en 1867 por el fotógrafo itinerante Jean Laurent.

 

Las primeras referencias profesionales en Huesca: Félix Preciado (1876)  y Manuel Hortet (1877).

Como ya he dicho, la hemerografía conservada, en especial El Diario de Huesca (desde 1875), recoge entre sus páginas y en fechas muy tempranas, la actividad profesional de Félix Preciado y su estudio de fotografía quien tuvo una importante presencia en Huesca durante toda la Primera Restauración. Este activo fotógrafo, luego pionero de la cinematografía, no era el primero en la ciudad. Según testimonio de Santiago Ramón y Cajal, hacia 1868 algunos fotógrafos de la ciudad montaron una galería fotográfica en las ruinas de la iglesia de Santa Teresa, que con anterioridad a ese año ya habían recorrido ferias y fiestas, practicando de forma improvisada el daguerrotipo (Ramón y Cajal, 1952):

 (…) Gracias a un amigo que trataba íntimamente a los fotógrafos, pude penetrar en el augusto misterio del cuarto oscuro. Los operadores habían habilitado como galería las bóvedas de la ruinosa iglesia de Santa Teresa, situada cerca de la Estación.

Desde 1870 el científico continuaría con su interés por la fotografía y sus procesos técnicos -véanse (Sánchez Vigil, 2008: 259-279; Duce Gracia, 2002: 21-22;   (Márquez, 2004: 139-153), entre otros-. Llegó incluso a ser el primero en España, en 1883, en fabricar emulsiones para placas y en aplicar la fotografía al grabado. Sus logros en este campo le llevarían en 1900 a ser nombrado Presidente Honorífico de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid. 

Fue en la segunda mitad del siglo XIX, y en espacial tras la aparición de las placas secas a finales de la década de los setenta, cuando la fotografía y las galerías fotográficas tuvieron un mayor auge y crecimiento en todo Aragón (Irala Hortal, 2002).

Después de las citadas referencias se iniciaba la actividad fotográfica comercial en Huesca, que se producía en 1878. Félix Preciado instalaba ese año su galería en el número 28 de la calle del Coso Alto de Huesca, donde se situaba también el Casino Sertoriano -la más antigua sociedad de recreo oscense durante la Primera Restauración, que aglutinaba al sector más conservador de la ciudad (Ramón Salinas, 2012, 291-315)-. Posteriormente abriría una sucursal en Jaca, en la calle del Obispo Nº6 (fig. 1).

La fotografía se iba afianzando como una de las técnicas más modernas de representación de imágenes, y Félix Preciado se mostraba como un profesional dinámico y activo:

Hoy sale para Madrid el laborioso fotógrafo Sr. Preciado, con objeto de estudiar el nuevo sistema de fotografía al carbón descubierto por el doctor Van Monckhoen, a fin de introducir este nuevo adelanto en su acreditado establecimiento fotográfico de esta capital (El Diario de Huesca, 8-8-1876).

Las citas en prensa sobre la actividad de este fotógrafo, pionero del sector en la ciudad, fueron constantes a través de referencias concretas sobre su trabajo y anuncios publicitarios. En 1877 aparecía un comentario publicado en El Diario de Huesca sobre  un improvisado marco expositivo como fue el Café de Matossi (El Diario de Huesca, 16-10-1877) y en el que se expuso una fotografía del propio establecimiento. Los cafés se convirtieron ocasionalmente en marco para la exhibición de fotografías y otros objetos artísticos (Ramón Salinas, 2012: 291-315).

La elección del nuevo Papa León XIII iba a ser una importante oportunidad de venta para el fotógrafo oscense en lo que respecta a las copias del retrato del pontífice, previamente compradas en Roma y comercializadas en la ciudad en su estudio y en la zapatería de Martín Vila. Hacía poco tiempo, decía un anuncio en prensa, se habrían ocupado de hacer lo mismo con la reproducción del proyecto de fachada de la nueva Casa Provincial de Misericordia. El fotógrafo continuaría exponiendo sus obras con ocasión de las fiestas patronales de San Lorenzo en agosto de 1878 (El Diario de Huesca, 6-8-1878), aprovechando la llegada de forasteros a la ciudad.

Félix Preciado proseguía durante esa época su actividad en otras localidades de la provincia como Fraga (El Diario de Huesca, 5-8-1879). Poco después lo encontramos de nuevo en Huesca, efectuando reformas en su local que contribuirían a la mejor factura de sus trabajos (El Diario de Huesca, 26-10-1879).       

En 1879 El Diario de Huesca advertía de la presencia en la ciudad, de camino a Panticosa, del fotógrafo Manuel Hortet, que citábamos anteriormente (El Diario de Huesca, 31-7-1879) para recoger imágenes de paisajes  y edificios. Sobre Hortet están documentadas fotografías de estudio en Zaragoza en la década de 1860 (Colección de Alonso Robisco). Tuvo su gabinete fotográfico “Hortet y Molada” en la calle Ossau Nº 9 de Zaragoza, documentado entre 1859 y 1880. Fue fotógrafo de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, y del Museo de Zaragoza. Hortet, seguramente fotógrafo foráneo afincado en Zaragoza, fue el primero que ostentó en la ciudad el título de Fotógrafo de la Casa Real (1880). Su gabinete zaragozano sería uno de los más importantes hasta la consolidación de Anselmo Mª Coyne Barreras en la ciudad(Hernández Latas 2010: 8). El fotógrafo realizaría un álbum de imágenes que ilustraba el trayecto de Zaragoza a Panticosa, realizado en el verano de 1880, en una publicación orientada a divulgar y publicitar estos lugares así como su establecimiento, a través de la fotografía artística. Además, este profesional fotografiaba a su paso por Huesca el establecimiento hostelero más importante de la ciudad propiedad de Vicente Galino: el Hotel de la Unión, sito en la calle de Zaragoza e inaugurado el 1 de mayo de 1878. El establecimiento pasaría a ser propiedad de Manuel Chaure en 1889. Durante el último cuarto del siglo XIX el Hotel de la Unión y su café-restaurante, iban a convertirse en el lugar idóneo para recibir a los más ilustres visitantes que aparecían en la ciudad. Dispuso igualmente de una esporádica pero intensa programación musical (Ramón Salinas, 2011). Manuel Frago se encargaría de su distribución en la ciudad, dentro de una práctica habitual, la elección de un comercio céntrico de la población como escaparate-muestrario de fotógrafos itinerantes.

El fotógrafo Félix Preciado continuaba su actividad en la ciudad durante la década de los ochenta (Fig. 2).

Diario El  Pirineo Aragonés, Jaca (Huesca),1882.      El Diario de Huesca,17-3-1882. Reverso corporativo de un retrato de Félix Preciado. Colección particular.

Comprobamos que, de manera intermitente, se desplazaba a otras localidades, muy probablemente coincidiendo con diferentes situaciones (encargos puntuales, ferias, fiestas, etc.) diversificando así su actividad (El Diario de Huesca, 11-5-1881). Sus desplazamientos se ampliaron y fueron especialmente frecuentes a Barbastro y Jaca, localidad ésta última donde, como ya hemos comentado, llegó a abrir una sucursal debido a la importante demanda surgida en torno a los viajeros que acudían al Balneario de Panticosa y a otros establecimientos hidroterapéuticos. Sus trabajos se vieron continuados en Jaca por el discípulo de Ignacio Coyne, Francisco de las Heras (1886-1950), quien se haría cargo en 1910 del establecimiento fotográfico de Félix Preciado, a cuya labor dedicó treinta y cinco años, concretamente hasta el año 1945 (Poblador Muga: 2002, 399).

La fotografía se convertía en una salida profesional digna para personas atraídas por el arte y, en ocasiones, con formación en complejas disciplinas como la pintura, el grabado o la escultura. No obstante, la tradición de retratos al óleo perduró, tal y como se atestigua en este anuncio publicado el 26 de junio de 1882, y en el que detectamos la aparición de profesionales del retrato, todavía convencionales, que trabajaban sobre modelos vivos y también sobre fotografías (fig. 4).

 

En este caso, un pintor sin precisar se instalaba temporalmente en uno de los establecimientos más céntricos de la ciudad, el citado Hotel la Unión, donde sería fluido el tránsito de viajeros. Las fondas y hoteles fueron espacios habituales donde también se alojaban los fotógrafos-retratistas itinerantes, que buscaban así la comodidad de un esmerado servicio y la utilización de estancias para la realización de sus trabajos (Romero, 1999: 12).

Fue frecuente la presencia de pintores de retratos afincados temporalmente en la ciudad, que suponían todavía una alternativa a los fotógrafos, que acabarían imponiéndose. Tal y como hemos dicho, algunos artistas con formación académica se vieron atraídos por la fotografía convirtiéndose en su actividad esencial, así que es posible encontrar a profesionales realizando las dos tareas, íntimamente relacionadas. No olvidemos que la fotografía estuvo originalmente al servicio de la pintura, y que en muchos casos servía a ésta última como modelo –lo que evitaba largas horas de posado, y como boceto- sobre el que se retocaban las imágenes fotografiadas con diversas técnicas pictóricas- (Fernández Cabaliero, 2009: 1).

Progresivamente los fotógrafos itinerantes dejarían paso a los primeros profesionales estables del oficio. Muchos de sus practicantes provenían de la pintura al óleo o miniatura y se anunciaban en la prensa local a su llegada a las ciudades   (El Diario de Huesca, 5-7-1888). Exponían sus obras y se instalaban, como hemos visto en posadas y fondas (Miguel Sáez de Urabain, 2010: 55).

 No obstante, la fotografía acabaría imponiéndose. Su éxito creciente, especialmente con la introducción de nuevas técnicas como la de la emulsión del gelatino bromuro que desde 1876 se había introducido en Europa (y que incluía el uso del celuloide como nuevo soporte), explicaría que se facilitase su práctica, y que fueran muchos los fotógrafos que abrieran gabinetes y estudios.

La progresiva difusión técnica y comercial derivaría finalmente en una cierta democratización de los retratos. La parte negativa de este proceso consistió en que esta novedosa accesibilidad al mundo de la fotografía haría descender la calidad de los trabajos de muchos profesionales “más tentados de servir al negocio que al nuevo arte” (Romero, 1999: 38). No obstante, algunos de ellos fueron fotógrafos amateur, por lo que tuvieron un gran interés y pasión por este oficio además de amplios conocimientos, lo que les llevaría a generar en muchos casos grandes archivos visuales de gran valor documental (Miguel Sáez de Urabain, 2010: 57).

En los anuncios del establecimiento de Preciado se publicitaban los sucesivos adelantos de la fotografía, siempre en constante evolución, y su aplicación comercial. Este es el caso de la fotografía sobre porcelana o fotocerámica, que era el nombre que recibía el proceso fotográfico sobre cerámica-porcelana (Fig. 5). Su novedad radicaba en la inclusión en la capa sensible (después eliminada por el fuego) de colores cerámicos que formaban una imagen vitrificada permanente. El procedimiento fue comercializado desde 1856 para joyería, relojería, y para la realización de retratos, lo que reemplazó la “pintura sobre esmalte”. También tuvo uso en las artes decorativas funerarias (Mussi, 2013).

 No obstante, a juzgar por la frecuencia y calidad de los anuncios  insertos en El Diario de Huesca, su establecimiento fue el más importante, renovado periódicamente, con algunos de los más modernos adelantos del sector:

Ha regresado de su expedición a Jaca el conocido fotógrafo D. Felix Preciado, quien ha vuelto a encargarse del gabinete fotográfico que tiene establecido en la calle del Coso-Alto, y en el que tiene el pensamiento de introducir notables mejoras con arreglo a los últimos adelantos, haciendo al mismo tiempo importantes rebajas en los productos de su arte en obsequio a sus muchos favorecedores (El Diario de Huesca, 23-11-1888).

No es la primera vez que deseosos siempre de contribuir a la mayor publicidad de cuanto en cualquier concepto signifique adelanto o mejora en nuestra población, nos hemos ocupado de las que en su bien montado gabinete fotográfico ha introducido el Sr. Preciado con entusiasmo y desprendimiento grandes, logrando poner su gabinete a la altura de los de mayor nombradía en poblaciones de primer orden. De este modo se comprende cómo las muestras recientemente expuestas al público han merecido de este no pocos elogios, tanto por el notable parecido de los retratos, en gran parte de personas conocidas de nuestra población, como por la pureza de líneas y la frescura de tonos que resaltan en la mayoría de ellos, donde se advierte al mismo tiempo que ese esmerado trabajo de laboratorio que tanto contribuye a un buen resultado, la fijeza de foco tan difícil de adquirir si en ello no se tiene una gran práctica y no se dispone de excelentes aparatos. El Sr. Preciado, para poder llevar a cabo trabajos tan perfectos ha enriquecido su gabinete fotográfico con un buen surtido de objetivos (El Diario de Huesca, 25-8-1890).

Félix Preciado se mantendría como el profesional más destacado de la ciudad durante la década de los noventa, años en los que amplió las dependencias de su estudio. La prensa local daba cuenta de los avances de su negocio y difundía sus trabajos:

El Diario de Huesca,17-2-1886. (La Voz de la Provincia, 4-1-1897). (Diario La Crónica de Huesca, 3-2-1893).

En 1894 se detallaba su última colección de fotografías sobre Panticosa, destinadas a ser vendidas a los visitantes y bañistas a su paso por Huesca y Jaca. De esta forma comprobamos de qué forma pudo influir el tránsito de viajeros para el negocio de la fotografía en la ciudad. Los años siguientes serían de una gran actividad, tanto en la ciudad como fuera de ella. En 1904 ardía su estudio fotográfico en un incendio en el que hubo importantes pérdidas materiales. Preciado fallecía unos años más tarde- concretamente en 1907- dejando tras de sí una importante trayectoria profesional que lo convierte en el principal iniciador y divulgador de las modernas artes visuales (la fotografía y el cinematógrafo) en la ciudad.
   

El Diario de Huesca,17-2-1886. Retrato de Félix Preciado, finales del siglo XIX.Colección particular. Retrato de Félix Preciado, finales del siglo XIX.Colección particular.

 

 

Noticias sobre otros fotógrafos afincados en Huesca y sus trabajos.

La fotografía continuaba su rápido desarrollo y expansión -en Aragón y en el resto del país- durante el último tercio del siglo XIX. El empuje de la burguesía que se quiso retratar como seña de prestigio, y el incremento del espectro social de la misma propiciaba el auge del sector. Las mejoras técnicas y en la calidad de la factura harían posible el éxito del retratismo (López Mondéjar: 2005, 51), cuya demanda en Huesca iba a multiplicarse. Esta situación traería consigo la aparición de nuevos profesionales del sector con establecimientos especializados que se unirían de forma estable al camino iniciado por Félix Preciado desde finales de la década de los ochenta.

Dentro de esta dinámica aparecía el estudio fotográfico “Oltra y Compañía”. El primer fotógrafo de la familia que aparece en los recortes de prensa en 1889 debió ser Victoriano Oltra, quien colaboraría en el gabinete fotográfico de la calle Zalmedina Nº1 y que volvía a Barcelona poco después para establecerse allí definitivamente hasta la llegada de Fidel Oltra a Huesca en 1911.Victoriano se formó en Barcelona, donde  trabajó en el campo de la escultura (talleres de la Sagrada Familia) y la tramoya teatral (decorados en el Liceo)(Lasaosa Susín, 2006: 12). Fidel Oltra Gómez (1882-1947) sería el segundo miembro en la saga familiar de fotógrafos, seguido posteriormente por su hijo José Oltra Mena. Su trabajo constituye un importante legado de imágenes recogidas en la actualidad en la Fototeca Provincial de Huesca:

 

(El Diario de Huesca, 1-8-1889) Sello corporativo con matices modernistas. Colección particular.

 

La demanda y la competencia debían ser importantes para que un profesional de Zaragoza, Santos Álvarez y Serra, llegase de forma temporal a la ciudad ofreciéndose para el retrato pintado y la fotografía (El Diario de Huesca, 21-11-1889). Este fotógrafo fundaba la “Sociedad Fotográfica de Zaragoza” activa entre 1864 y 1869 (Hernández Latas, 2010: 8). En la capital oscense, donde acudió atraído por la populosa feria de San Andrés, se publicitaba  a través de El Diario de Huesca (noviembre de 1889).

A la lista de profesionales locales se unieron puntualmente otros especialistas foráneos a través de anuncios publicitarios insertos en los principales diarios (El Diario de Huesca,28-9-1894), como el estudio del zaragozano Lucas Escolá, quien instalaba en la capital aragonesa -concretamente en el paseo de la Independencia- uno de los establecimientos pioneros de la fotografía en Aragón (Hernández Latas, 2010: 6).

A partir de 1887 el oficial de telégrafos y comercial de aparatos Adolfo de Motta (El Diario de Huesca, 4-6-1890)irrumpía en la escena de la fotografía oscense. Motta regentaría un comercio de artefactos eléctricos en la calle Alfonso de Aragón Nº 6, que posteriormente trasladaba a la calle Cortés Nº 20. Su afición a la maquinaria moderna le llevaría a la fotografía, estableciendo así un estudio en la década de los noventa. El gabinete se instalaba finalmente en 1896 en la calle del Coso Alto Nº 39/40, en su planta baja (El Diario de Huesca, 31-7-1896), especializándose en retratos. Posteriormente, en 1903, también exhibiría un cinematógrafo en su local (Calvo Salillas, 2004: 146).

Reverso corporativo de Fotografía de Motta. Colección particular.

(Fecha sin precisar, finales del siglo XIX, inicios del siglo XX-)

(Colección particular. Finales del siglo XIX- principios del siglo XX)

Reverso corporativo de Fotografía de Motta. Colección particular.

(Fecha sin precisar, finales del siglo XIX, inicios del siglo XX-)

 

 

Por último citaremos la aparición de un nuevo estudio de fotografía, propiedad de Emilio Gutiérrez, llamado “La Oriental”, que se situaría también en una de las calles de mayor tránsito y actividad, la calle del Coso Alto Nº 11, concretamente en su planta baja (El Diario de Huesca, 7-4-1897).

 

Otras noticias referentes a la fotografía desarrollo y difusión.

Los nuevos procedimientos y técnicas de la fotografía eran conocidos a través de puntuales notas de prensa. Una de las primeras novedades aparecidas en la década de los noventa, fue la difusión de la fototipia en diversas publicaciones. Antonio A. Crovetto, fue un representante de la empresa Hauser & Menet que llegaba a Huesca con su catálogo de imágenes en 1891. Esta empresa fotográfica, aquí citada a través de su representante, se establecía en Madrid en el año 1890, y estaba considerada como la mejor imprenta española en fototipia. Alcanzaron gran perfección en sus trabajos, y editaban láminas y postales con muy buena nitidez. Crovetto traía consigo una colección de 120 fototipias de diversos parajes de la geografía española con el título “España Ilustrada”, que expondría en un escaparate céntrico, como era habitual, en esta ocasión en la sombrerería de Antonio Lacasa en los Porches de Vega Armijo (El Diario de Huesca, 8-6-1891)

La afición a la fotografía y su rápido desarrollo técnico favorecía la aparición de empresas destinadas a la venta de material fotográfico para su compra directa, a través del tren correo. Progresivamente se mejoraban los materiales y se facilitaba su praxis por lo que es de suponer que algunos oscenses con inquietud y recursos se iniciarían en esta disciplina. De otro modo no tendría sentido la publicidad de este tipo de anuncios en El Diario de Huesca:

(El Diario de Huesca, 5-7-1894) (El Diario de Huesca, 12-6-1891)

Con esta visión general sobre los primeros tiempos de la fotografía en Huesca no se ha pretendido reconstruir una historia completa sobre los inicios de la misma, sino exponer hechos relevantes en este campo, integrándolos en la vida cotidiana de los oscenses a través de las citas de prensa, que perseguían la difusión de los trabajos fotográficos y que aludían ocasionalmente a la exposición de los mismos.

Se hace necesaria una investigación de conjunto más profunda que analice la trayectoria de esta disciplina en la capital y su provincia, que ya ha sido tratada de forma puntual y aislada a través del estudio de fotógrafos como Ricardo Compaired, José y Fidel Oltra, o Lucien Briet, entre otros.

 

La llegada del cinematógrafo a Huesca (1896 y 1897): Juan Minuesa y Félix Preciado.

Para cerrar este artículo, que pretende rescatar la actividad de los primeros fotógrafos en la capital oscense -y en especial la puesta en valor la figura de Félix Preciado-, debemos comentar brevemente su papel determinante en la introducción en la ciudad de otra de las más importantes artes visuales de la edad contemporánea. Nos referimos al cinematógrafo, concretamente al “auténtico” o modelo Lumière, exhibido en agosto de 1897.

Uno de los elementos claves que determinó el cambio en las formas de ocio de la sociedad de comienzos del siglo XX, sería la aparición y desarrollo del cinematógrafo. Este aparato sería clave, junto con el fonógrafo, los nuevos sistemas de reproducción sonora, la posterior aparición de la radio, y la mercantilización de las actividades deportivas, en las sustanciales transformaciones en los hábitos y formas de ocio de la sociedad contemporánea. Durante el último cuarto de siglo XIX comenzaron a ser frecuentes las notas de prensa alusivas a la exhibición de máquinas reproductoras de imágenes en movimiento, todo un diverso muestrario de los múltiples aparatos pre-cinematográficos que irían apareciendo en los diversos espacios expositivos.

Las investigaciones sobre la llegada del cinematógrafo al ámbito aragonés, y especialmente al oscense, se han incrementado sustancialmente en los últimos años. Tras los primeros escritos realizados por la profesora Amparo Martínez Herranz para el caso aragonés (Martínez Herranz, 1998: 27-37) son esenciales, en referencia a  Huesca,  las investigaciones del historiador Ramón Lasaosa Susín (Lasaosa Susín, 2005; Lasaosa Susín, 2008). Por ello, no pretendemos aquí realizar en este punto una investigación original, sino mostrar un estado de la cuestión sobre la llegada a Huesca de los primeros aparatos pre-cinematográficos, deudores de diversas técnicas relacionadas con la fotografía hasta la definitiva aparición del cinematógrafo en 1896 -el modelo Lumière llegaría en 1897-, y poniendo de manifiesto el papel determinante que tuvo el fotógrafo Félix Preciado al respecto.

Tal y como hemos apuntado con anterioridad, fueron las atracciones ambulantes itinerantes donde se mostraban estos espectáculos visuales anteriores a la aparición del “cine”. Estos primitivos aparatos pre-cinematográficos fueron tradicionalmente exhibidos en pabellones y barracones durante las fiestas patronales y, especialmente, durante la popular feria de San Andrés en los meses de noviembre. Además de en estos barracones y carpas, los “cuadros disolventes”, dioramas, panoramas, “cuadros de movimiento”, estereoramas, etc., fueron puntualmente exhibidos en improvisados espacios de la ciudad: pisos particulares, al aire libre y, en contadas ocasiones, en el Teatro Principal.

Cuando en los años noventa del siglo XIX el desarrollo técnico y fabril en el mundo de la “linterna mágica” estaba en plena ebullición y proliferaron abundantemente este tipo de espectáculos (Sánchez Vidal, 1994: 121) aparecería el cinematógrafo, que acabaría por fagocitar el resto de ingenios visuales.

Las últimas proyecciones públicas en Zaragoza de cuadros disolventes documentadas datan de 1900, y esto es aplicable a todo el mundo occidental (Martínez Herranz, 2006: 69; citado en Boisset & Ibañez, 2011: 16)

A continuación pasaremos a citar cronológicamente las apariciones de estos aparatos en Huesca, casi todos registrados en los ya aludidos trabajos del historiador Ramón Lasaosa, a los que añadiremos algún dato nuevo. (Para conocer más detalles sobre éstos cf. Lasaosa Susín, 2005; Ramón Salinas, 2014):

·      Exposición de “cuadros de movimiento” (1875)

·      “Cuadros disolventes” del Sr. Walter en el Teatro Principal (1878).

·      Exhibición de panoramas en la plaza de Zaragoza (1878).

·      Exposición de cuadros oleográficos (1879).

·      Galería de “cuadros disolventes” y de panoramas (1880).

·      Cosmoramas (1881).

·      Fantasmagoria (1877 y 1887).

·      Gran Ciclorama de la Exposición Universal de París (1889).

·      Gran Poliorama, prestidigitación y magia en el Teatro Principal a cargo de Camilo Onrey (1888 y 1889).

·      “Cuadros disolventes” de Amado García (1893).

·       “Eliseo Express” de Manuel Galindo (1895).

·      “Salón Edisson”: kinetoscopio y primera exhibición del fonógrafo (1895).

·      Salón “Universal Express” de Mariano Castanera (1896).

·      El Salón Express de Mariano Castanera: panoramas y fonógrafo (1896).

·      “Salón Express”: dioramas y fonógrafo (1897).

 

Juan Minuesa, la primera proyección del cinematógrafo (1896).

El 25 de noviembre de 1896, en plena feria de San Andrés se anunciaba en El Diario de Huesca que durante esos días se podría admirar en la ciudad un nuevo aparato proyector:

 El adelanto más notable de este siglo, trátase del aparato llamado cinematógrafo perfeccionado, que da proyecciones animadas y en colores de la mayor exactitud y belleza cuyo conjunto forman el movimiento de la vida real y animada. La persona procedente de París se propone dar a conocer este espectáculo en Huesca, espera solo encontrar local a propósito para esta clase de exhibiciones. Tan luego como lo consiga, hará los primeros ensayos cuyo resultado daremos cuenta a nuestros lectores (El Diario de Huesca, 25-11-1896).

La citada  feria era el momento de mayor concurrencia de forasteros y la ciudad se llenaba de actividad como en ningún otro momento del año. Eran entonces muy frecuentes los puestos de venta ambulante y las atracciones callejeras instaladas en carpas y barracones. Al parecer, en el momento de la llegada del cinematógrafo en 1896, estas actividades habían decaído -siendo además criticadas por su falta de novedad y bajo interés-, y despertaban ocasionalmente las críticas de parte de la sociedad burguesa oscense.

Juan Minuesa dispuso de uno de los primeros proyectores de cinematógrafos Lumière que se estaban extendiendo en España desde 1897. Estuvo también presente en las fiestas patronales de Bilbao de 1898 (De Pablo Contreras: 2001). Su trayectoria continuaría ya en el siglo XX, de hecho sabemos que su caseta de proyección ardía en la calle Filipinos de Valladolid en un accidente ocurrido en 1907  (Frutos Esteban y Pérez Millán, 2001).

El día 28 de noviembre de 1896, el Sr. Minuesa encontraba finalmente un espacio adecuado para exhibir su cinematógrafo traído desde París: la planta baja de la calle del Coso Alto Nº 41, correspondiente a los edificios del colegio de San José, propiedad de Miguel Mingarro, donde anteriormente se erigía el malogrado palacio de los Lastanosa. En ese emplazamiento, sito junto al estudio fotográfico de Adolfo de Motta, se realizaba la instalación, y Huesca se convertía en una de las primeras capitales que conocerían este artefacto denominado cinematógrafo, junto a Madrid, Bilbao y San Sebastián. Minuesa ensayaba el aparato ante la prensa y un reducido número de aficionados y, tras algunos problemas en la proyección, decidía la realización de pases cada media hora en dos sesiones, de tarde (de 17 a 20 horas) y noche (de 21 a  23 horas). (El Diario de Huesca, 28-11-1896):

(…) el invento de los Lumière tuvo una rápida difusión y en menos de un año prácticamente toda Europa lo conocía. (…) En España sería Madrid la que acoge la primera proyección el 14 de mayo, víspera de San Isidro de 1896 (Lasaosa Susin, 2005: 62).

Según observa el historiador Ramón Lasaosa, cuya cita continuada es imprescindible en este tema, El Diario de Huesca se refiere al aparato traído por Juan Minuesa como “cinematógrafo Lumière”, patentado en Francia por los citados hermanos, aunque éste no se ponía a la venta hasta 1897. Aparatos similares se vendían  el año anterior en Francia, comercializados por la casa Werner (Empresa concesionaria en París de la patente de T. A. Edison). Parece ser que sería este tipo de aparato Werner el que se exhibía en Huesca (Lasaosa Susin, 2005: 68). Minuesa se apropiaría, como hiciesen otros operadores desde fechas muy tempranas, de la fama creciente de la marca Lumière y sus cinematógrafos, aunque no dispusiese de uno auténtico. No obstante, y como hemos comentado, sabemos que en las fiestas de Bilbao en 1898 se concentraba una serie de cinematógrafos Lumière, y entre la lista de los propietarios figuraba Juan Minuesa (De Pablo Contreras, 2001: 114). Casi con seguridad podría afirmarse que es el mismo profesional que exhibía en Huesca, aunque en 1896,  Minuesa no pudo poseer un “Lumière auténtico”:

(…) a lo largo de 1897 llegó a las distintas capitales el cinematógrafo Lumière, cuyos propietarios habían decidido comenzar a vender oficialmente aparatos al público a partir del 1 de mayo de 1897, rompiendo así el sistema de monopolio con concesiones, que habían aplicado inicialmente (De Pablo Contreras, 2001: 104).

Una crónica muy positiva sobre esta exhibición se publicaba en(El Diario de Huesca, 1-12-1896):

(…) Contamos en el presente año con la instalación de dos de los inventos de más atractivo y más sorprendentes que ha llevado a cabo la ciencia moderna. Nos referimos al Cinematógrafo y al Fonógrafo, objeto en estos días de la curiosidad y de las predilecciones del público oscense y de muchos forasteros que han acudido a la capital en los últimos días. Ambos locales, situados en el Coso- alto y calle de Vega Armijo respectivamente, se han visto visitados de continuo por extraordinaria concurrencia que ha celebrado las maravillas de tan prodigiosos inventos. El Sr. Minuesa ha logrado en su Cinematógrafo corregir las deficiencias que ha pocos días apuntamos, y las proyecciones de su aparato resultan con bastante perfección en sus más minuciosos detalles. El fonógrafo presentado por el Sr. Castanera, ha sido enriquecido con un buen número de cilindros impresionados con lo más saliente y notable, tanto en composiciones musicales como en recitados y coplas, con lo que consigue presentar todos los días un programa selecto y muy variado. Nosotros hemos asistido a las dos instalaciones y repetido gustosos nuestra visita porque en ambos sitios se consigue pasar un rato entretenido y agradabilísimo.

 

Félix Preciado y el primer cinematógrafo “auténtico” de la patente Lumière (1897).

El primer cinematógrafo auténtico con patente Lumière lo exhibía con gran éxito en la ciudad una de las más importantes personalidades de la fotografía en Huesca, también pionero de la cinematografía: Félix Preciado. Desde este momento el aparato Lumière se convertía en una presencia habitual en ferias y festividades. La instalación se realizaba en la planta baja de lo que había sido el antiguo palacio de Lastanosa, y se programaba durante las fiestas patronales de San Lorenzo de 1897. Desde la redacción de El Diario de Huesca se animaba a visitar estas “vistas fotográficas animadas de movimiento” (El Diario de Huesca, 9-8-1897), que se proyectaron durante varias horas. El lugar de proyección era el mismo que el elegido en 1896 por Juan  Minuesa para su cinematógrafo adquirido en Francia. Tal y como hemos comentado, aunque Minuesa se refería a su proyector como Lumière, casi con seguridad podemos afirmar que debió ser otro aparato diferente y no un Lumière auténtico,  tratándose de una estrategia publicitaria o una de las habituales imitaciones que existían (Lasaosa Susín, 2009: 48).

A partir de este momento, y superadaslas primeras proyecciones ambulantes, sería frecuente la presencia del cinematógrafo en las diversas ferias y fiestas de la ciudad hasta la llegada de los locales estables de proyección en elperíodo comprendido entre 1895 y la primera década del siglo XX. Nos referimos al Palacio de la Luz, Cine Pardo o Cine Coso de Ángel Pardo Bayo (1909-1915), sito en la calle del Coso Alto Nº14 (Lasaosa Susín, 2009: 56).

Estos espacios estables y especializados, con un funcionamiento más o menos continuo transformaron definitivamente a la cinematografía en un nuevo espectáculo plenamente integrado entre las diversas formas de ocio de la sociedad oscense que cristalizarían definitivamente en la construcción del teatro-cine Odeón en 1919, y posteriormente en el teatro-cine Olimpia en 1925.

Félix Preciado, que fallecía en 29 de abril de 1907, se convertía con su incansable actividad profesional en un elemento clave en los primeros pasos de las modernas artes visuales en la ciudad, tanto en la fotografía como en la introducción del moderno cinematógrafo, que terminaría imponiéndose al resto de aparatos reproductores de imágenes en movimiento.


HEMEROGRAFÍA:
• El Diario de Huesca (1875-1902).
• La Crónica (ídem, 1885-1892 y 1892-1894).
• La Voz de la Provincia (ídem, 1897).
• Diario El Pirineo Aragonés, Jaca (Huesca), 1882.

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Jorge RAMÓN SALINAS
Doctor en Historia del Arte (Universidad de Zaragoza). Profesor titular de Enseñanza Secundaria y Bachillerato.

Fecha de Entrega: 12/06/2014
Fecha de Admisión: 25/06/2014


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