![]() |
|||||||
![]()
Instantes decisivos de la fotografía. Colección Julián Castilla
Museo Goya-Colección Ibercaja. Museo Camón Aznar de Zaragoza
Hasta el pasado 4 de junio, ha podido verse esta magnífica colección de obras que reúne algunos de los principales nombres de la fotografía universal de la segunda mitad del siglo XX. Conjunto que estuvo incluido en la sección oficial del Festival Internacional de Fotografía y Artes Visuales, PHotoESPAÑA 2021 y que, previamente, comenzó a itinerar por varias ciudades, como Ciudad Real (entre noviembre de 2015 y abril de 2016) o Granada (entre enero y abril de 2019). Asimismo, en el mismo año de la edición de PHotoESPAÑA en la que participó, se mostró en el Museo de Arte Contemporáneo de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), localidad natal del propietario de la colección, Julián Castilla Gigante, dueño también de la empresa Viajes Himalaya, para después pasar a Italia, Bolonia y Roma, respectivamente, a partir de marzo de 2022 (Muñoz, M. J., 6 de marzo de 2022). Ciertamente, desde hace algo más de veinte años, Julián Castilla, no ha parado de acumular una importante serie de obras no solo fotográficas sino también pictóricas y escultóricas[1]. Importante por la extensa nómina de autores representados, nacionales e internacionales, que se sitúa entre lo más granado del arte surgido a partir de los años cincuenta. Este afán por coleccionar materiales fotográficos coincide con “un vigoroso desarrollo del coleccionismo público y privado” desde los últimos años 90, como certifican las colecciones del Ayuntamiento de Alcobendas (Madrid), la del Photomuseum de Zarautz (Guipúzcoa), el IVAM de Valencia, la Universidad de Navarra o el Centre de Recerca y Difusió de la Imatge de Girona (López Mondéjar, 2015: 46). En lo que respecta a la exposición zaragozana, poco se puede decir –porque ya está todo prácticamente dicho y escrito- sobre los nombres y las obras mostradas, absolutamente relevantes en el panorama fotográfico de las últimas décadas y conocidísimas las imágenes por sus valores formales, estéticos y significativos. Es por ello que nuestro comentario, más que basarse en algunas obras presentadas, que también, se centrará en la figura y en la actividad del coleccionismo de arte, y, sobre todo, el centrado en la fotografía, disciplina que, según el galerista Juan Curto Vivas, director del espacio Cámara oscura, “es sin duda el medio artístico más caliente y con mayor crecimiento en ventas tanto en el mercado primario como en el secundario” (Curto, 2021: 88). En efecto, hasta tal punto lo mostrado se puede definir como una auténtica selección de hitos históricos, a partir de diversos géneros, que su contemplación ayuda a comprender la evolución del medio desde los años cincuenta del pasado siglo y puede ser concebida como una cita con una indudable orientación didáctica. En este sentido, el visitante ha tenido la oportunidad de contemplar célebres iconos –valga la redundancia- de la fotografía, con un especial detenimiento en la fotografía de reportaje. Toda esta selección denota un notable gusto y formación del artífice que la ha conformado, adquiridos mediante la asistencia a ferias de arte, como ARCO y Estampa (Madrid), Art Basel (Basilea, Suiza), Frieze Art (Londres) o París Foto, a lo que hay que sumar un amplio proceso de documentación consultando revistas especializadas, tanto de arte como de mercado del arte. Otro aspecto a tener en cuenta y que debe llevar a la reflexión es la presencia/ausencia de la fotografía en las instituciones públicas para el conocimiento general. Más bien se trata de lo segundo, es decir, de la injustificable y acuciante carencia de fondos de este tipo, ya no digamos en las colecciones permanentes de los museos; lagunas que se mitigan de manera parcial con algunas exposiciones temporales, como esta misma que estamos comentando. En ciertas ocasiones, grandes centros (desde la Tate Gallery de Londres o el Museo Reina Sofía de Madrid) han llevado a la práctica tales eventos partiendo de “colecciones empresariales”, que, en buena medida, han “servido para calentar el mercado con posteriores ventas” (Garrido, 2008: 105-106). Más allá de estas consideraciones generales que solo son breves apuntes de una problemática mucho más profunda y compleja, el conjunto de lo que se ha expuesto en el Museo Goya puede asumir la condición de uno de los eventos expositivos más significativos en nuestra ciudad a lo largo de este curso, aunque quizás no haya tenido la trascendencia mediática necesaria y conveniente. Así, desde la imagen más antigua, desde el punto de vista cronológico, La mano del hombre (Alfred Stieglitz, 1902), que es una reinterpretación del célebre cuadro Lluvia, vapor y velocidad (William Turner, 1844), hasta las más recientes, Hotel Bauer (Dionisio González, 2011) o Mar tendida (Pablo Genovés, 2011), ambas realizadas en técnica digital, hallamos algunas de las más famosas fotografías del siglo XX, la mayoría de ellas reconocibles por el público y que llevan inmediatamente a la admiración. En cuanto a la representación española, la imagen más antigua presentada es Mujer lavando en la tabla de restregar (Alfonso Sánchez García, 1904), partícipe claramente de un costumbrismo pictorialista que estaba en pleno auge en aquellos años. También hemos podido ver obras y autores adscritos a las vanguardias: como Man Ray (Regalo, 1921; Noire et Blanche, 1926; o la conocidísima Violín de Ingres, 1924). De esa misma época tenemos a André Kertész (Chez Mondrian, 1926), y ya dentro de los años 30, imágenes de reportaje que ilustran bien el interés por una fotografía humanista en Estados Unidos, a veces socialmente comprometida, de la mano de Berenice Abbott (Blossom Restaurant, 1935). Sin dejar el reportaje, pero ambientado en la Guerra Civil, las obras clásicas de Robert Capa (Miliciano muerto en Cerro Muriano, 1936) y de Agustí Centelles (Guardias de Asalto en la Calle Diputación de Barcelona, 1936). Son numerosos también los retratos presentados: desde el realizado por Philippe Halsman a Salvador Dalí in voluptate mors (1951), el intimista y frágil de Alberto Giacometti, obra de Henri Cartier-Bresson (1961), el mítico y revolucionario asociado al Che, obra de Alberto Díaz “Korda” (1960), o el cinematográfico dedicado a James Dean, obra de Dennis Stock (1955), entre otros muchos centrados en artistas y personalidades de la cultura o de la política. Igualmente el reportaje ocupa una buena parte de esta colección: con imágenes que se han convertido en la recreación del amor romántico por excelencia, como Le Baiser de l´hotel de ville (1951), de Robert Doisneau, u otras, de estética mucho más áspera y ruda, ambientadas en su mayoría en España, en ese periodo tan determinante para la propia fotografía y para las artes plásticas en general en nuestro país que fueron los años 50. Así, localizamos ejemplos señeros del reportaje neorrealista hispano, desde la ingeniosamente banal Señoritas por la Gran Vía de Madrid (Francesc Català-Roca, 1952), hasta algunas instantáneas sobre el mundo de la prostitución, tomadas por Joan Colom en el Barrio Chino de Barcelona (1958-1961), y que luego conformarían el polémico libro Izas, rabizas y colipoterras (1964), con textos de Camilo José Cela y editado por la firma barcelonesa Lumen. Ramón Masats, con su seminarista portero en una larga estirada (1960), o el también catalán Xavier Miserachs, con su crónica urbana de costumbres (El piropo, 1962), que formaría parte también de otro foto-libro (Barcelona, blanc i negre, 1964), confirmando así el éxito de este tipo de formatos. En este punto del reportaje, no debemos obviar la presencia de Carlos Saura, que compaginó su fotografía de fuerte componente realista con sus primeras filmaciones en la segunda mitad de la década de los 50. Asimismo, tienen cabida en esta colección obras de autores y autoras de generaciones posteriores, nacionales y extranjeros, que representan el multiforme y variado contexto creativo a partir de los años setenta, ochenta y noventa, por no hablar de los últimos desarrollos digitales: desde el reportaje rural de hondas implicaciones subjetivas de Cristina García Rodero (La confesión, 1981), la crónica urbana que reflejó los años de la Movida y de los esperanzados años noventa: Alberto García-Alix (El dolor de Elena Mar, 1992), o las magníficas construcciones conceptuales de Chema Madoz. En resumen, una amplia e interesantísima exposición fotográfica de un coleccionista privado que deja al descubierto los vacíos que en esta materia siguen existiendo todavía en las instituciones públicas, que deberían incorporar de una manera definitiva esta expresión artística y comunicativa de primer orden.
[1] En el ámbito de las artes plásticas, podemos destacar nombres tan importantes como Esteban Vicente, José Guerrero, Eugenio Granell, Juan Genovés, Equipo Crónica, Antoni Tàpies, Antonio Saura, Rafael Canogar, Luis Feito, Manolo Valdés, Eduardo Arroyo, Eduardo Úrculo, Guillermo Pérez Villalta, Manolo Quejido, Miquel Barceló, Jaume Plensa, etc. -CURTO VIVAS, Juan, “La fotografía y el mercado del arte hoy”, Periférica Internacional. Revista para el análisis de la Cultura y el Territorio, nº 22, 2021, pp. 87-90. -GARRIDO, Lola, “Coleccionar, coleccionismo y mercado”, Mus-A. Revista de los Museos de Andalucía, nº 9, 2008, pp. 98-106. -LÓPEZ MONDÉJAR, Publio, “Entre lo público y lo privado”, en VV.AA., Gabinete de un coleccionista. Pintura y fotografía en la Colección Himalaya, Ciudad Real, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Ciudad Real, 2015, pp. 44-52. -MUÑOZ, María José, “Julián Castilla eleva un pequeño museo a la élite de la cultura”, ABC (edición Toledo), 6 de marzo de 2022. https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/abci-julian-castilla-eleva-pequeno-museo-elite-cultura-202203061201_noticia.html (consulta hecha el 16 de junio de 2023).
Francisco Javier LÁZARO SEBASTIÁN
Profesor del Departamento de Hª del Arte, Univ. de Zaragoza Fecha de Entrega: 21/06/2023 Fecha de Admisión: 21/06/2023 << volver ![]() |
|||||||
![]() |